domingo, 23 de noviembre de 2014

EL PELICULERO - CUENTO O RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ

EL PELICULERO



El peliculero

Se corría la voz entre la población, el martes a las 7 de la noche en la calle Real, en la esquina de la Botica, será la función de “El Peliculero”, la entrada es totalmente gratis bajo el patrocinio de “La Cabalgata”, todos están invitados.
La furgoneta del Peliculero llegaba con antelación, los niños seguían todo el proceso de instalación, la cámara estaba colocada en la parte trasera de la furgoneta, el operador era el mismo chofer, su ayudante era el hijo. La pantalla era la pared blanca de la casa de los Pérez, ubicada en el frente, se hacían las pruebas y  se esperaba el momento del inicio de la función. A las seis y media lanzaban un cohete ¡Punnnnn! para anunciar que pronto comenzaría. Dos cohetes indicaban el segundo aviso ¡´Punnnnn! y a la hora indicada se lanzaba el tercer aviso ¡Punnnnn! y comenzaba la función. Las aceras se llenaban de gente sentada y paradas, las mujeres llevaban sus sillas y las colocaban en el medio de la calle, algunos se sentaban en el suelo, el hijo del Peliculero vendía chucherías:
-¡¡¡Caramelos, chiclets, chocolates, conservas!!!, gritaba el niño entre los asistente. El raspadero Luis había llegado con anticipación, se escuchaba la campanita “tilirin, tilirin, tilirin…“ y Doña Petra, vecina del sector, aprovechaba para vender chupetas, dulcitos, jugos y café. Ya era de noche, eran como diez rollos de película: Comiquitas, cine mudo, noticias nacionales e internacionales y deporte con boxeo y béisbol como deportes favoritos.
Por el parlante se escuchaba grabada la voz oficial del locutor que decía: - La cabalgata deportiva Guile les presenta RESUMEN MUNDIAL” y pasaba a hacer la cuña de la empresa vendedora de hojillas de afeitar, se aprovechaba para mencionar alguna marca de bebida y de algún producto medicinal para el estomago o dolor de cabeza.  En la primera parte de la función se presentaba un documental de animales para diversión de los niños.  El encendido de cigarrillos parecía como luciérnagas en la noche. Todo era silencio ¡chsss!. De la furgoneta se veía un humo que salía de adentro. El cielo estaba despejado y las estrellas brillaban en el firmamento. A pesar de sentirse algún calor de repente la brisa refrescaba el ambiente.  Luego vendría el cine mudo, Charles Chaplín hacia de las suyas, las carcajadas se escuchaban ¡jajajaja!. este genio del cine protagonizo muchas películas con su personaje de Charlot, esa noche presentaron entre otras una película donde ganó el Oscar, se llamaba “El Circo”. Hubo una pausa para un breve descanso, los presentes aprovecharon para tomarse un guarapito,  "Ahhhhh" y pararse de sus asientos para estirar el cuerpo.
Comenzó la segunda parte, el Noticiero Nacional, eran noticias sobre las inauguraciones presidenciales, sobre la situación política y cultural del país. En esta ocasión se refería a la construcción de vías de comunicación, un tramo en la panamericana y de la trasandina. Se informó sobre la boda de un famoso empresario  de la construcción y se trasmitió lo relativo al equipamiento militar con la adquisición de tanques de guerra que habían llegado al país. En el Noticiero Internacional se comentaron las elecciones democráticas en los Estados Unidos de Norteamérica, se habló del milagro alemán y del comercio atravesando El Canal de Panamá. De inmediato pasaron a esperado de la noche, la parte deportiva. Abrió las noticias la actuación del torero venezolano “El César” que había salido a hombros de la Plaza Sevillana. Los presentes gritaban al ritmo de los pases: ¡Ole!  ¡Oooolllleeeee! ¡Oooolllleeeeeee!. Vino la acción del boxeo, La segunda pelea donde Kid Chocolate obtuvo una nueva victoria sobre el cuadrilátero, de igual manera se presentó la pelea de los pesos pesados por el titulo mundial entre Rocky y Ray Sugar, ganó el primero por decisión a quince asaltos. De igual manera pasaron unas jugadas de “El Chico” en las grandes ligas y los jonrones de  Ted Williams. Se pasó un resumen del último mundial de fútbol y se termino con las etapas del tour de Francia. Al final La Cabalgata se despide e invita para una próxima oportunidad. Todos se retiran alegres a sus casas, “El Peliculero” recoge sus equipos y se aloja en el “Bello Horizonte”. La tranquilidad de la media noche rondaba por las calles oscuras del pueblo.

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16/6/2011

EL PERRO PAYASO- Cuento de la infancia. N.G.RODRIGUEZ



EL PERRO PAYASO
Tracy era un perro “Cacri”, callejero con criollo, propiedad de Aloncito, un niño precoz de ocho años. Este perro era de color blanco y de pelo corto y de unos 50 centímetros de alzada, elegante y muy vigoroso, de fisonomía inteligente. Cráneo redondo, ojos color oscuro muy expresivos, orejas medianas y de dorso corto. Su cola era corta y de hombros musculosos. Tracy era un perro juguetón y muy dinámico, inquieto, arisco y atrevido. Su ladrido era conocido, “¡guau, guau!”. Aloncito era el único que medio lo controlaba, lo había criado desde cachorrito. Fue un regalo que le hizo su primo Félix, ya que su perra había parido seis perritos. Aloncito le había construido su casita y lo tenía bien cuidado, pero Tracy era un perro correlón, cuando Aloncito corría en el patio de su casa, Tracy lo perseguía, igual hacia con los amigos de Aloncito que gritaban ¡¡quieeeeto Tracy, quiiiieeeeto, co...o!!. Aloncito trataba de adiestrarlo según los consejos que le daban los más grandes. Tracy corría y buscaba las pelotas y los palos que le lanzaban. Lo bañaban una vez a la semana y fue creciendo. La mamá de Aloncito le había conseguido un hueso grande para aquietarlo. En una ocasión cuando una Señora visitaba a la Mamá de Aloncito, Tracy le lanzó un mordisco grrrrr grrrrrr y le dio tremendo susto.  Hubo necesidad  de comprarle un collar con su cadena para controlarlo.
Un día cuando Aloncito y sus amigos estaban fuera de la casa conversando, en un descuido de este, Tracy se fue ladrando tras un  camión que pasaba,  esto ante la sorpresa de todos, el perro ladraba "guau…guau, guau" y corría, se le metía dentro de las ruedas y salía por el otro lado. Después de doscientos metros recorridos, dejaba de ladrar y correr. Lo que comenzó con una travesura se convirtió en un espectáculo. Tracy lo hacía una y otra vez, era increíble como ladraba, saltaba y retaba el peligro pasando de un lado a otro del camión, no solo por delante sino por el centro.   
Los pobladores querían ver aquel espectáculo, como a las cinco de la tarde se acercaban a la esquina del cruce de camiones, Tracy estaba con su amo, el pequeño Aloncito y sus amiguitos, lo que no se imaginaron ellos es que la gente comenzó a darles monedas por lo que consideraban una distracción.
Los muchachos le fabricaron ellos mismos una braga azul a Tracy para hacer la presentación mas llamativa. Los chóferes de los camiones no sabían que pasaba, solo observaban por el retrovisor al perro que los alcanzaba y ladraba de un lado a otro. Al fondo observaban a la decena de personas que señalaban con el dedo por donde el perro aparecía o desaparecía.
No se trataba de la autoridad policial como tal, fueron los Padres de Aloncito que se percataron de la situación que ya tenía varios días entreteniendo a los niños y viendo que estaban jugando con el peligro, por eso los recogieron a la casa y le explicaron que Tracy podía ser golpeado en una de esas ocasiones y entonces ellos iban a ser los culpables de esa tragedia, le explicaron que era preferible que adiestraran al perro en cuestiones menos peligrosas y mas agradables. Aloncito y sus amigos se dedicaron en las tardes a adiestrar a Tracy en el salto sobre aros, en caminar sobre una pelota grande, sobre un travesaño,  en dos patas y hasta en adivinar números y letras.
Los muchachos montaron su función entre vecinos, Aloncito se vestía como un domador y sus panas hasta de payasos. Aloncito gritaba: ¡¡¡ La función va a comenzar, verán al perro payaso, al perro inteligente, al perro amaestrado!!! Aquello lo hicieron por unos días, pero la clientela se les acabó, uhmmmm, no por el espectáculo en sí, sino porque lo hacían en la misma cuadra y tenían que rotarse a otros lugares, pero no tenían permiso de sus Padres. Tracy fue un perro fiel termino jugando con los amigos de Aloncito... 
Colorin colorado, la función ha terminado.
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15/9/2011





sábado, 22 de noviembre de 2014

LA PUYA - Recuerdos de la infancia - N.G.RODRIGUEZ

LA PUYA

Si algo le desagradaba al niño Salvador era enfermarse, odiaba que le subiera la fiebre, que se le inflamaran las amígdalas o le dolieran los oídos. Eso era una real tragedia porque en lo que las orejas se le comenzará a poner coloradas y no se sintiese con ganas ni de mover un dedo, sabría que vendría el Bachiller Carlos Trillo Cornielles, el joven estudiante de Medicina, que solícito acudía a la casa de quienes requerían de  sus servicios, como “Inyectador Oficial” del pueblo. ….Susto! Salvador temblaba tan sólo de imaginarse verlo llegar en su flamante bicicleta con su temido maletín en el cual guardaba celosamente la  cajita de metal que contenía  aquella filosa aguja que introduciría en la nalga de quien ameritara de un antibiótico inyectado; así que a pesar de ser el más bravo de sus cinco hermanos y contar tan sólo con seis años, el día en que sintió que su cuerpo ardía, se quedó calladito, como para que no se dieran cuenta de que estaba enfermo…Pero….¡Ay! no hay mamá que no se percate cuando algo no anda bien con uno de sus niños…Así que tomo a Salvador en sus brazos y lo llevó al médico….éste después de revisarlo sentenció seriamente:  - Esta niño requiere de cuatro dosis de antibióticos!  Ya en casa, Salvador comenzó a llorar cuando supo que habían llamado al Bachiller Carlos Trillo Cornieles. Éste llegó vestido con su guayabera blanca. ¡Parecía todo un doctor!. Los padres de Salvador lo recibieron amablemente, lo hicieron pasar a la sala, le entregaron las indicaciones médicas, que el Bachiller leyó con mucha atención y ahí la cosa si se puso fea….Salvador ya no lloraba, gritaba de puro terror….Y sus gritos aumentaban mientras veía la maestría con la que el Bachiller Carlos Trillo Cornieles, limaba el borde del frasquito, lo terminaba de romper con sus dedos, introducía la inyectadora en el mismo para absorber el líquido y luego  venía hacia él, con la mano derecha alzada ostentando aquel temido dardo sanador que clavaría en su nalguita.  A pesar de las palabras cariñosas de su mamá, que intentaba consolarlo, el ¡aaaaaaayyyyyyyyy!  de Salvador se escuchó hasta en el último rincón del gran solar, cuando le bajaron su pijama, frotaron su nalguita con un algodón empapado de alcohol y le decían que aflojara las piernas….Y ¿saben lo mejor del cuento?  Es que en menos de lo que canta un gallo, y sin que casi Salvador se hubiese dado cuenta, ya todo había pasado…El Bachiller Carlos Trillo Cornieles tenía manos de seda….¿Lo peor del caso? Es que la historia se repitió por tres días más…Lo cierto es que ese día Salvador se sintió víctima de un gran dolor….Luego cuando se sintió mejor, se hizo muy amigo del Bachiller Carlos Trillo Cornieles, al menos hasta que Dios quisiera y no se volviera a enfermar. 

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 Turmero, 4-4-2011

MI ESCUELITA -RECUERDOS DE LA INFANCIA EN TURMERO - N.G.RODRIGUEZ


MI ESCUELITA
Eduardo miraba emocionado su pequeño  bulto marrón que contenía dos cuadernos, uno de rayas y otro de dibujo, una colorida cartilla con dibujos y grandes letras, acariciaba su cajita de creyones y sus lápices….Su imaginación volaba pensando en todos los hermosos garabatos que haría….Mañana sería el “Gran día” …..Por primera vez iría a la escuela….Se sentó en la sillita que le llevarían, la miraba con ternura…Era de él y nada más que de él… Estaba emocionado….Y así se fue a dormir….Pero lo que Eduardo no sabía era de todos los preparativos previos para ir a la escuela…..Oh! qué tragedia!   Lo levantaron más temprano que de costumbre…..Ya eso no le gustó….Uyyy!  un baño mañanero…Su mamá lo apuraba….-Vamos Eduardo, abre la boca, mientras introducía un pequeño cepillo rojo y le restregaba sus dientes…- Eduardo traga, que se nos hace tarde…..La plácida  vida de los 4 años de edad de  Eduardo,  que  hasta ese momento había transcurrido sin conocer de apuros, ni de que se hace tarde,  cambió al amanecer de ese “Primer gran día”….. y encima de todo, aún tenía que caminar las cuadras que distaban 500 metros de su  casa a la escuela…. ya era mucho pedir….Así que mientras andaba y veía a su mamá cargar con “su sillita”, la de él, exclusivamente de él….ya no le parecía tan emocionante como la noche anterior.  
Iba vestido con unos pantalones cortos, sujetos con elásticas y llevaba una franelita azul…Cuando llegó casa de la Srta. Virginia, Eduardo arrancó a llorar….Se había dado cuenta que su mamá lo dejaría allí, y que su amada sillita permanecería en ese lugar….Eduardo se aferraba con sus manitas a la falda de su mamá….Ella con palabras cariñosas le decía que no se asustara, que él iba a estar con otros niños y que ella volvería por él.   También la Srta. Virginia le habló con ternura,  lo tomó de su mano y lo llevó al salón donde otros niños también gemían…Pacientemente la Srta. Virginia los fue calmando a todos y los invitó a sentarse en círculo en la gran sala…Eduardo notó que al fondo había una pizarra y en el centro una gran alfombra de juegos…Y que además había un patio lateral donde podría correr….
Así, poco a poco, Eduardo se fue adaptando, hizo amiguitos y su mamá vino a recogerlo a la hora acordada.  Eduardo comenzó a ganar confianza y a pesar  que uno que otro día  sentía flojera, se levantaba animoso para ir a casa de la Srta. Virginia….a su escuelita....
Otros doce niños iban con Eduardo a la “Escuelita” de la Srta. Virginia.   En el pueblo había otra escuela más grande, pero para entrar en ella había que tener más edad…La Srta. Virginia era una maestra graduada, y tenía permiso  del Ministerio de Educación para ejercer en su casa.  Las clases eran tan sólo medio día y como había niños de distintas edades unos iban más adelantados que otros…
Años  más tarde Eduardo siempre recordaría con gran afecto a su “Escuelita” …..Cerraba sus ojos y a su mente volvían sus primeros conocimientos….a-e-i-o-u—escritos en su cuadernito doble línea, más que letras, garabatos….Luego aprendió a contar:  del uno al diez, y supo que eran las consonantes…y como sonaban cuando se unían a las vocales:  “eme con a, ma; eme con a, ma; así aprendió a escribir su palabra favorita: “Mamá”….…..Tarareaba sus primeras canciones y recordaba como  la maestra Virginia les enseñó a cantar el Himno Nacional, muy formalitos todos los niños y el aprecio que les hizo sentir por los símbolos patrios……Aquel manoseado cuaderno de dibujo, en el cual hizo sus primeros trazos de círculos, cuadrados y triángulo.
Entre sus más caros recuerdos acudía la ansiada hora del recreo, cuando la hermana de la Srta. Virginia les vendía tortas y otros dulces….Uhmmm….ricos…igual que los  deliciosos  jugos naturales, de naranja, limón, piña, o su favorito, el de papelón con limón, que los niños compartían entre risas y juegos….
Eduardo recordaba que a mediodía su mamá lo recogía….Iba sudoroso, cansado y muy, pero muy hambriento…y que después del obligado descanso y antes de salir a jugar, su madre se sentaba con él para ayudarlo en  ”aquellas difíciles tareas”: de completar las planas o rellenar algún dibujo….Y después el merecido premio: La merienda, a veces torta y refresco; otras un helado o cualquier otra golosina…: Y lo mejor….los juegos en la calle, con otros niños, unos de su edad, otros mayores, algunos en  su velocípedo y otros con sus patinetas….Más tarde con sus hermanos veía las comiquitas preferidas en la tele blanco y negro que su papá había traído a la casa y luego de la cena y después de rezar el Ángel de mi guarda, dulce compañía….se dormía tranquilo en su camita, sabiendo que Dios lo cuidaría….

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19-9-2011