MI ESCUELITA
Eduardo miraba emocionado su
pequeño bulto marrón que contenía dos
cuadernos, uno de rayas y otro de dibujo, una colorida cartilla con dibujos y
grandes letras, acariciaba su cajita de creyones y sus lápices….Su imaginación
volaba pensando en todos los hermosos garabatos que haría….Mañana sería el
“Gran día” …..Por primera vez iría a la escuela….Se sentó en la sillita que le
llevarían, la miraba con ternura…Era de él y nada más que de él… Estaba
emocionado….Y así se fue a dormir….Pero lo que Eduardo no sabía era de todos
los preparativos previos para ir a la escuela…..Oh! qué tragedia! Lo levantaron más temprano que de
costumbre…..Ya eso no le gustó….Uyyy! un
baño mañanero…Su mamá lo apuraba….-Vamos Eduardo, abre la boca, mientras
introducía un pequeño cepillo rojo y le restregaba sus dientes…- Eduardo traga,
que se nos hace tarde…..La plácida vida
de los 4 años de edad de Eduardo, que
hasta ese momento había transcurrido sin conocer de apuros, ni de que se
hace tarde, cambió al amanecer de ese
“Primer gran día”….. y encima de todo, aún tenía que caminar las cuadras que
distaban 500 metros
de su casa a la escuela…. ya era mucho
pedir….Así que mientras andaba y veía a su mamá cargar con “su sillita”, la de
él, exclusivamente de él….ya no le parecía tan emocionante como la noche
anterior.
Iba vestido con unos pantalones cortos,
sujetos con elásticas y llevaba una franelita azul…Cuando llegó casa de la Srta. Virginia , Eduardo arrancó
a llorar….Se había dado cuenta que su mamá lo dejaría allí, y que su amada
sillita permanecería en ese lugar….Eduardo se aferraba con sus manitas a la
falda de su mamá….Ella con palabras cariñosas le decía que no se asustara, que
él iba a estar con otros niños y que ella volvería por él. También la Srta. Virginia le
habló con ternura, lo tomó de su mano y
lo llevó al salón donde otros niños también gemían…Pacientemente la Srta. Virginia los fue calmando
a todos y los invitó a sentarse en círculo en la gran sala…Eduardo notó que al
fondo había una pizarra y en el centro una gran alfombra de juegos…Y que además
había un patio lateral donde podría correr….
Así, poco a poco, Eduardo se fue
adaptando, hizo amiguitos y su mamá vino a recogerlo a la hora acordada. Eduardo comenzó a ganar confianza y a pesar que uno que otro día sentía flojera, se levantaba animoso para ir a
casa de la Srta. Virginia ….a
su escuelita....
Otros doce niños iban con Eduardo a la
“Escuelita” de la Srta. Virginia. En el pueblo había otra escuela más grande,
pero para entrar en ella había que tener más edad…La Srta. Virginia era
una maestra graduada, y tenía permiso
del Ministerio de Educación para ejercer en su casa. Las clases eran tan sólo medio día y como
había niños de distintas edades unos iban más adelantados que otros…
Años
más tarde Eduardo siempre recordaría con gran afecto a su “Escuelita”
…..Cerraba sus ojos y a su mente volvían sus primeros
conocimientos….a-e-i-o-u—escritos en su cuadernito doble línea, más que letras,
garabatos….Luego aprendió a contar: del
uno al diez, y supo que eran las consonantes…y como sonaban cuando se unían a
las vocales: “eme con a, ma; eme con a,
ma; así aprendió a escribir su palabra favorita: “Mamá”….…..Tarareaba sus
primeras canciones y recordaba como la
maestra Virginia les enseñó a cantar el Himno Nacional, muy formalitos todos
los niños y el aprecio que les hizo sentir por los símbolos patrios……Aquel
manoseado cuaderno de dibujo, en el cual hizo sus primeros trazos de círculos,
cuadrados y triángulo.
Entre sus más caros recuerdos acudía
la ansiada hora del recreo, cuando la hermana de la Srta. Virginia les
vendía tortas y otros dulces….Uhmmm….ricos…igual que los deliciosos
jugos naturales, de naranja, limón, piña, o su favorito, el de papelón
con limón, que los niños compartían entre risas y juegos….
Eduardo recordaba que a mediodía su
mamá lo recogía….Iba sudoroso, cansado y muy, pero muy hambriento…y que después
del obligado descanso y antes de salir a jugar, su madre se sentaba con él para
ayudarlo en ”aquellas difíciles tareas”:
de completar las planas o rellenar algún dibujo….Y después el merecido premio:
La merienda, a veces torta y refresco; otras un helado o cualquier otra
golosina…: Y lo mejor….los juegos en la calle, con otros niños, unos de su
edad, otros mayores, algunos en su velocípedo
y otros con sus patinetas….Más tarde con sus hermanos veía las comiquitas
preferidas en la tele blanco y negro que su papá había traído a la casa y luego
de la cena y después de rezar el Ángel de mi guarda, dulce compañía….se dormía
tranquilo en su camita, sabiendo que Dios lo cuidaría….
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Derechos reservados al Autor
19-9-2011
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