sábado, 22 de noviembre de 2014

MI ESCUELITA -RECUERDOS DE LA INFANCIA EN TURMERO - N.G.RODRIGUEZ


MI ESCUELITA
Eduardo miraba emocionado su pequeño  bulto marrón que contenía dos cuadernos, uno de rayas y otro de dibujo, una colorida cartilla con dibujos y grandes letras, acariciaba su cajita de creyones y sus lápices….Su imaginación volaba pensando en todos los hermosos garabatos que haría….Mañana sería el “Gran día” …..Por primera vez iría a la escuela….Se sentó en la sillita que le llevarían, la miraba con ternura…Era de él y nada más que de él… Estaba emocionado….Y así se fue a dormir….Pero lo que Eduardo no sabía era de todos los preparativos previos para ir a la escuela…..Oh! qué tragedia!   Lo levantaron más temprano que de costumbre…..Ya eso no le gustó….Uyyy!  un baño mañanero…Su mamá lo apuraba….-Vamos Eduardo, abre la boca, mientras introducía un pequeño cepillo rojo y le restregaba sus dientes…- Eduardo traga, que se nos hace tarde…..La plácida  vida de los 4 años de edad de  Eduardo,  que  hasta ese momento había transcurrido sin conocer de apuros, ni de que se hace tarde,  cambió al amanecer de ese “Primer gran día”….. y encima de todo, aún tenía que caminar las cuadras que distaban 500 metros de su  casa a la escuela…. ya era mucho pedir….Así que mientras andaba y veía a su mamá cargar con “su sillita”, la de él, exclusivamente de él….ya no le parecía tan emocionante como la noche anterior.  
Iba vestido con unos pantalones cortos, sujetos con elásticas y llevaba una franelita azul…Cuando llegó casa de la Srta. Virginia, Eduardo arrancó a llorar….Se había dado cuenta que su mamá lo dejaría allí, y que su amada sillita permanecería en ese lugar….Eduardo se aferraba con sus manitas a la falda de su mamá….Ella con palabras cariñosas le decía que no se asustara, que él iba a estar con otros niños y que ella volvería por él.   También la Srta. Virginia le habló con ternura,  lo tomó de su mano y lo llevó al salón donde otros niños también gemían…Pacientemente la Srta. Virginia los fue calmando a todos y los invitó a sentarse en círculo en la gran sala…Eduardo notó que al fondo había una pizarra y en el centro una gran alfombra de juegos…Y que además había un patio lateral donde podría correr….
Así, poco a poco, Eduardo se fue adaptando, hizo amiguitos y su mamá vino a recogerlo a la hora acordada.  Eduardo comenzó a ganar confianza y a pesar  que uno que otro día  sentía flojera, se levantaba animoso para ir a casa de la Srta. Virginia….a su escuelita....
Otros doce niños iban con Eduardo a la “Escuelita” de la Srta. Virginia.   En el pueblo había otra escuela más grande, pero para entrar en ella había que tener más edad…La Srta. Virginia era una maestra graduada, y tenía permiso  del Ministerio de Educación para ejercer en su casa.  Las clases eran tan sólo medio día y como había niños de distintas edades unos iban más adelantados que otros…
Años  más tarde Eduardo siempre recordaría con gran afecto a su “Escuelita” …..Cerraba sus ojos y a su mente volvían sus primeros conocimientos….a-e-i-o-u—escritos en su cuadernito doble línea, más que letras, garabatos….Luego aprendió a contar:  del uno al diez, y supo que eran las consonantes…y como sonaban cuando se unían a las vocales:  “eme con a, ma; eme con a, ma; así aprendió a escribir su palabra favorita: “Mamá”….…..Tarareaba sus primeras canciones y recordaba como  la maestra Virginia les enseñó a cantar el Himno Nacional, muy formalitos todos los niños y el aprecio que les hizo sentir por los símbolos patrios……Aquel manoseado cuaderno de dibujo, en el cual hizo sus primeros trazos de círculos, cuadrados y triángulo.
Entre sus más caros recuerdos acudía la ansiada hora del recreo, cuando la hermana de la Srta. Virginia les vendía tortas y otros dulces….Uhmmm….ricos…igual que los  deliciosos  jugos naturales, de naranja, limón, piña, o su favorito, el de papelón con limón, que los niños compartían entre risas y juegos….
Eduardo recordaba que a mediodía su mamá lo recogía….Iba sudoroso, cansado y muy, pero muy hambriento…y que después del obligado descanso y antes de salir a jugar, su madre se sentaba con él para ayudarlo en  ”aquellas difíciles tareas”: de completar las planas o rellenar algún dibujo….Y después el merecido premio: La merienda, a veces torta y refresco; otras un helado o cualquier otra golosina…: Y lo mejor….los juegos en la calle, con otros niños, unos de su edad, otros mayores, algunos en  su velocípedo y otros con sus patinetas….Más tarde con sus hermanos veía las comiquitas preferidas en la tele blanco y negro que su papá había traído a la casa y luego de la cena y después de rezar el Ángel de mi guarda, dulce compañía….se dormía tranquilo en su camita, sabiendo que Dios lo cuidaría….

Depósito legal
Derechos reservados al Autor
19-9-2011





No hay comentarios:

Publicar un comentario