domingo, 23 de noviembre de 2014

EL PERRO PAYASO- Cuento de la infancia. N.G.RODRIGUEZ



EL PERRO PAYASO
Tracy era un perro “Cacri”, callejero con criollo, propiedad de Aloncito, un niño precoz de ocho años. Este perro era de color blanco y de pelo corto y de unos 50 centímetros de alzada, elegante y muy vigoroso, de fisonomía inteligente. Cráneo redondo, ojos color oscuro muy expresivos, orejas medianas y de dorso corto. Su cola era corta y de hombros musculosos. Tracy era un perro juguetón y muy dinámico, inquieto, arisco y atrevido. Su ladrido era conocido, “¡guau, guau!”. Aloncito era el único que medio lo controlaba, lo había criado desde cachorrito. Fue un regalo que le hizo su primo Félix, ya que su perra había parido seis perritos. Aloncito le había construido su casita y lo tenía bien cuidado, pero Tracy era un perro correlón, cuando Aloncito corría en el patio de su casa, Tracy lo perseguía, igual hacia con los amigos de Aloncito que gritaban ¡¡quieeeeto Tracy, quiiiieeeeto, co...o!!. Aloncito trataba de adiestrarlo según los consejos que le daban los más grandes. Tracy corría y buscaba las pelotas y los palos que le lanzaban. Lo bañaban una vez a la semana y fue creciendo. La mamá de Aloncito le había conseguido un hueso grande para aquietarlo. En una ocasión cuando una Señora visitaba a la Mamá de Aloncito, Tracy le lanzó un mordisco grrrrr grrrrrr y le dio tremendo susto.  Hubo necesidad  de comprarle un collar con su cadena para controlarlo.
Un día cuando Aloncito y sus amigos estaban fuera de la casa conversando, en un descuido de este, Tracy se fue ladrando tras un  camión que pasaba,  esto ante la sorpresa de todos, el perro ladraba "guau…guau, guau" y corría, se le metía dentro de las ruedas y salía por el otro lado. Después de doscientos metros recorridos, dejaba de ladrar y correr. Lo que comenzó con una travesura se convirtió en un espectáculo. Tracy lo hacía una y otra vez, era increíble como ladraba, saltaba y retaba el peligro pasando de un lado a otro del camión, no solo por delante sino por el centro.   
Los pobladores querían ver aquel espectáculo, como a las cinco de la tarde se acercaban a la esquina del cruce de camiones, Tracy estaba con su amo, el pequeño Aloncito y sus amiguitos, lo que no se imaginaron ellos es que la gente comenzó a darles monedas por lo que consideraban una distracción.
Los muchachos le fabricaron ellos mismos una braga azul a Tracy para hacer la presentación mas llamativa. Los chóferes de los camiones no sabían que pasaba, solo observaban por el retrovisor al perro que los alcanzaba y ladraba de un lado a otro. Al fondo observaban a la decena de personas que señalaban con el dedo por donde el perro aparecía o desaparecía.
No se trataba de la autoridad policial como tal, fueron los Padres de Aloncito que se percataron de la situación que ya tenía varios días entreteniendo a los niños y viendo que estaban jugando con el peligro, por eso los recogieron a la casa y le explicaron que Tracy podía ser golpeado en una de esas ocasiones y entonces ellos iban a ser los culpables de esa tragedia, le explicaron que era preferible que adiestraran al perro en cuestiones menos peligrosas y mas agradables. Aloncito y sus amigos se dedicaron en las tardes a adiestrar a Tracy en el salto sobre aros, en caminar sobre una pelota grande, sobre un travesaño,  en dos patas y hasta en adivinar números y letras.
Los muchachos montaron su función entre vecinos, Aloncito se vestía como un domador y sus panas hasta de payasos. Aloncito gritaba: ¡¡¡ La función va a comenzar, verán al perro payaso, al perro inteligente, al perro amaestrado!!! Aquello lo hicieron por unos días, pero la clientela se les acabó, uhmmmm, no por el espectáculo en sí, sino porque lo hacían en la misma cuadra y tenían que rotarse a otros lugares, pero no tenían permiso de sus Padres. Tracy fue un perro fiel termino jugando con los amigos de Aloncito... 
Colorin colorado, la función ha terminado.
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15/9/2011





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