lunes, 12 de febrero de 2018

LAS FIESTAS DE LA REINA DE CARNAVAL- Por NÉSTOR GERMAN RODRIGUEZ


LAS FIESTAS DE LA REINA
Durante los cuatro días del sábado al martes se realizaban los bailes en honor a la Reina de Carnaval. Se escogía el mejor y céntrico lugar para realizar estos bailes de disfraces. Allí todo era pago. Los asistentes reservaban sus mesas. La mesa principal era la de la Reina y sus sequitos. Otra mesa intocable era la de los músicos. Se vendía el licor por botellas e incluía el precio del servicio de hielo y refrescos más agua. Los pasa palos eran por pedido.
Los conjuntos musicales se intercalaban, unos locales y otras agrupaciones foráneas, siempre de gran renombre. Normalmente tocaban cinco canciones por set, la primera era un pasodoble, luego una rítmica, el bolero infaltable y dos bailables más, algunas veces combinadas, una especie de popurrí o mezcla.
Estas fiestas eran dadas en concesión por la junta de carnaval a empresarios locales que se encargaban de todo, inclusive de la seguridad. La Reina de los carnavales iba acompañada de sus princesas, ocupaban la mesa principal. La Junta de carnaval tenía otra mesa preferencial junto a las autoridades municipales.
La emoción la ponían las comparsas de disfraces que ingresaban haciendo bulla ¡Yuuujuu! ¡Yuuujuu!.  Se ubicaban en sus mesas, en su mayoría eran mujeres. Esto contrastaba con familias que asistían de manera formal. Los caballeros solos se ubicaban estratégicamente a la caza de las novias disfrazadas o en búsqueda de alguna aventura.
Los disfraces eran llamativos, sobre todo las llamadas negritas, que lucían sus piernas con medias de panty negras y falda muy corta, con tacones altos, así como sweater estrecho y la máscara de tela de algodón negra que solo permitía ver los ojos y los labios pintados de rojo. Usaban gorros o sombreros. Al sonar la música sacaban a bailar e insistían con quienes consideraban. Muchos se negaban porque podrían llevarse un chasco o una broma de su propia pareja. Muchas eran atrevidas y aprovechaban las circunstancias. De allí salían desde parejas enamoradas hasta decepcionadas. Algunos afeminados disfrazados hacían de las suyas. Muchos ingenuos caían en la trampa. De repente se escuchó una cachetada ¡Paf! ¡Paf! cuando una Negrita tuvo que defenderse de un sobrepasado. A Joseito, un conocido de apenas 16 años, lo agarró una Negrita y obviamente lo atrapó. Bastaría que bailara pegadito para que lo conquistara toda la noche.
La Reina bailaba con sus súbditos, si tenía novio tenía que compartir.  En la sala de baile se combinaban las parejas serias sin disfraz con la mayoría disfrazada. La sala estaba abarrotada, los bailarines no podían demostrar sus cualidades, no tenían espacio. Antes de las 12 de la noche todo iba normal, pero los tragos comenzaban a hacer efectos y no faltaban los celosos o las disputas entre dos por el corazón de una negrita.

Mientras mas tarde menos gente. Las parejas enamoradas buscaban el rincón de una habitación separada de la sala de baile para tener mas intimidad en el baile. A las 3 de la mañana el ambiente estaba despejado. Algún borracjito se había quedado dormido en una silla. Algunos disfraces se quitaron la máscara. Cuando salían del Salón de fiesta continuaban  el festejo en la plaza. En estas fiestas pasaba de todo!!!

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