El Bar de la esquina
Basilio era un niño
de diez años, sus Padres lo mandaban al Bar de la esquina para comprar
refrescos o las arepitas ovaladas rellenas de carne molida o esmechada, queso o jamón y otras variedades. Aquellas
arepitas eran famosas, se tenía que hacer cola, las arepitas eran totalmente
compactas, no se veía el contenido, las de queso tenían unos huequitos en la
parte superior, las de carne molida eran redondas y así cada variedad tenía su
característica o marca, se consideraban una tradición en el pueblo. El Bar de
la esquina era un garito donde se jugaba de todo, desde domino hasta ruleta. A
las doce del mediodía se abrían las puertas. Unas ocho mesas de domino estaban
ubicadas en el local. Los jugadores de domino anotaban con una tiza en la misma
mesa tanto quien era el salidor como los puntos acumulados de cada pareja, el
golpeo a la mesa cuaz...cuaz, cuando se trancaba el juego se “los escuchaba en la plaza. Las apuestas eran desde el pago de
las bebidas de parte de quien perdía la tanda de cien tantos hasta determinada cantidad bolívares. En otras mesas se
jugaba “ajíleI” y treinta y uno, los jugadores estaban más concentrados o menos
alborotados. Normalmente los mirones se ubicaban alrededor de las mesas, de
repente algún jugador gritaba "mirones son de palo” para evitar las señas o las
muecas. En otras mesas se jugaba “Las gallinas y el zorro”, damas, dados y
hasta ludo si era posible. En la parte de adentro, tapado con una cortina,
funcionaba el casino clandestino, “la rueda de la fortuna” era el mas
atractivo, la bolita se lanzaba a la rueda giratoria numerada. El paño con los
números y las apuestas de pares e impares de color verde recibía las fichas en
cada jugada. Otro juego que para jugar había que hacer cola eran las famosas
maquinitas traga-niqueles, habían dos en un rincón. Los viciosos debían comprar
fichas en la caja y al introducirla le
daban a la manilla hacia su cuerpo. Cuando las figuritas de frutas coincidían, lo llamaban macuare, como le explicaron a Basilio unos conocidos que estaban allí, mientras
esperaba por sus arepitas, entonces Basilio escuchaba el timbre !Rin, Rin!,
anunciando la salida de muchas
monedas como premio de la traga-niqueles.
La pelea
La barra del Bar
era larga, los hombres pedían desde caña clara hasta brandy, pero lo que mas se
bebía era cerveza, hip...hip, las mesas se llenaban de envases ya consumidos. Por esa
razón, ya después de las cuatro de la tarde los borrachitos no podían más y el
ambiente era tenso. En medio de discusiones triviales cualquier ofensa de
palabras o de mala mirada concluía en una trifulca. Basilia espero sus arepitas
eran las seis y cuarto de la tarde, en ese momento observó que un señor empujo
a otro y se retaron, salieron por una de las puertas del
local y se comenzaban a caer a pescozones, rodaron por el piso de la calle en
un forcejeo, de repente uno de ellos grito y dijo: Mi oreja…mi oreja y se
levantó furioso, el contrincante le había mordido ñac...ñac y había arrancado una parte del
lóbulo de la oreja que estaba en el piso de la carretera donde el tráfico se
había interrumpido. El hombre se tocaba la oreja y mas enfurecido se avalancha
contra el otro individuo, en ese momento llegó un policía, tratando de
separarlos de manera infructuosa, mas bien recibió un impacto. El Policía sacó
el arma de reglamento y disparó al aire,
provocando la reacción de los contrincantes. Los espectadores separaron a los
contrincantes y cada quien se fue a un extremo de la calle. Basilio había
observado aquella riña callejera desde la primera fila, silenciosamente se
regresó medio asustado a su casa
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