miércoles, 12 de diciembre de 2018

EL BAR DE LA ESQUINA - RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ


El Bar de la esquina
Basilio era un niño de diez años, sus Padres lo mandaban al Bar de la esquina para comprar refrescos o las arepitas ovaladas rellenas de carne molida o esmechada, queso o jamón y otras variedades. Aquellas arepitas eran famosas, se tenía que hacer cola, las arepitas eran totalmente compactas, no se veía el contenido, las de queso tenían unos huequitos en la parte superior, las de carne molida eran redondas y así cada variedad tenía su característica o marca, se consideraban una tradición en el pueblo. El Bar de la esquina era un garito donde se jugaba de todo, desde domino hasta ruleta. A las doce del mediodía se abrían las puertas. Unas ocho mesas de domino estaban ubicadas en el local. Los jugadores de domino anotaban con una tiza en la misma mesa tanto quien era el salidor como los puntos acumulados de cada pareja, el golpeo a la mesa cuaz...cuaz, cuando se trancaba el juego se “los  escuchaba en la plaza. Las apuestas eran desde el pago de las bebidas de parte de quien perdía la tanda de cien tantos hasta determinada cantidad bolívares. En otras mesas se jugaba “ajíleI” y treinta y uno, los jugadores estaban más concentrados o menos alborotados. Normalmente los mirones se ubicaban alrededor de las mesas, de repente algún jugador gritaba "mirones son de palo” para evitar las señas o las muecas. En otras mesas se jugaba “Las gallinas y el zorro”, damas, dados y hasta ludo si era posible. En la parte de adentro, tapado con una cortina, funcionaba el casino clandestino, “la rueda de la fortuna” era el mas atractivo, la bolita se lanzaba a la rueda giratoria numerada. El paño con los números y las apuestas de pares e impares de color verde recibía las fichas en cada jugada. Otro juego que para jugar había que hacer cola eran las famosas maquinitas traga-niqueles, habían dos en un rincón. Los viciosos debían comprar fichas en la caja y al introducirla le daban a la manilla hacia su cuerpo. Cuando las figuritas de frutas coincidían, lo llamaban  macuare, como le explicaron a Basilio unos conocidos que estaban allí, mientras esperaba por sus arepitas, entonces Basilio escuchaba el timbre !Rin, Rin!, anunciando la salida de muchas monedas como premio de la traga-niqueles.  

La pelea

La barra del Bar era larga, los hombres pedían desde caña clara hasta brandy, pero lo que mas se bebía era cerveza, hip...hip, las mesas se llenaban de envases ya consumidos. Por esa razón, ya después de las cuatro de la tarde los borrachitos no podían más y el ambiente era tenso. En medio de discusiones triviales cualquier ofensa de palabras o de mala mirada concluía en una trifulca. Basilia espero sus arepitas eran las seis y cuarto de la tarde, en ese momento observó que un señor empujo a otro y se retaron, salieron  por una  de las puertas del local y se comenzaban a caer a pescozones, rodaron por el piso de la calle en un forcejeo, de repente uno de ellos grito y dijo: Mi oreja…mi oreja y se levantó furioso, el contrincante le había mordido ñac...ñac y había arrancado una parte del lóbulo de la oreja que estaba en el piso de la carretera donde el tráfico se había interrumpido. El hombre se tocaba la oreja y mas enfurecido se avalancha contra el otro individuo, en ese momento llegó un policía, tratando de separarlos de manera infructuosa, mas bien recibió un impacto. El Policía sacó el arma de reglamento y  disparó al aire, provocando la reacción de los contrincantes. Los espectadores separaron a los contrincantes y cada quien se fue a un extremo de la calle. Basilio había observado aquella riña callejera desde la primera fila, silenciosamente se regresó medio asustado a su casa
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