¡FELIZ AÑO NUEVO! Cuento infantil de Néstor Germán Rodríguez
Llegó el último día del año, los
cuatro hermanos que se llevaban tres años de diferencia cada uno, desde la mañana habían observado calladitos
shhhh…shhhh cómo se hacían los preparativos para recibir el año en familia.
La limpieza de la casa comenzó
temprano, incluyendo los jardines y el solar. A los dos mayores, Ángel y Néstor, les toco ayudar
a limpiar el patio. La cocina estaba lista para calentar en el fogón con leña,
las hallacas y bollos dentro de una olla grande. El pernil fue colocado en el
asador de leña en varas cortas. La ensalada de gallina fue laboriosamente
preparada de las manos de las primas mayores bajo la conducción de la abuela.
Los dulces fueron hechos con anterioridad, destacando el de cabello de ángel,
el de lechosa y el quesillo. Las frutas como la mandarina y las uvas estaban
listas para adornar la mesa donde cabrían unos veinte comensales.
En la esquina de la plaza vendían
los fuegos artificiales, Ángel, con apenas 12 añitos, fue con su padre y compraron
un surtido suficiente, los triquitraques eran los más buscados. Lo saltapericos
los más divertidos, los tumba rancho los más sonoros y las luces de bengala las
más ligeras.
Néstor fue en horas del mediodía a
la iglesia acompañando a su mamá para asistir a la exposición del Santísimo
Sacramento del Altar; su mamá aprovecho para pedirle a la Virgen de Candelaria
ubicada arriba del altar mayor por la salud de la familia, de manera especial
por su suegra muy quebrantada; también observaron los preparativos para la misa
de año nuevo a las 8 de la noche.
En la calle se notaba que la
gente efectuaba las últimas gestiones del año. Néstor le pregunta a la madre
porque tanto apuro de la gente y ella le responde, este corri corri, dentro de
otras cosas, es para comprar las uvas del último día. Otros van a las tienda en
busca de ropa interior amarilla que según dicen traerá buena suerte en el año
entrante. Néstor se sorprende y exclama ¡Queeee! Muchas personas compran frutos
secos como las nueces, el maní y el merey, los hombres están en busca de
licores, entre otras razones.
Augusto y Eduardo pasaron el día
en casa jugando con los primos visitantes.
Pasadas las 7 de la noche, ya
vestiditos luciendo sus estrenos, el padre los llevó a la plaza que estaba
iluminada y adornada, en un costado estaba el pesebre con el Niño Jesús, los
fuegos artificiales se hicieron presente pum…pam…pum…pam, las campanas anunciaban
la misa tam…tam…tam y la música navideña tun…turuntuntun…tun sonaba a volumen
moderado por los altavoces. A esa hora más de uno estaba pasado de tragos y
obligada a lo transeúntes a recogerse a su casa para evitar inconvenientes.
Ya de regreso a casa, Eduardo el
menor tenía sueño zzz…zzz y fue acostado. Hasta el año que viene.
Los adultos conversaban y sacaban
conclusiones, ya se iba el año viejo con sus memorias y agitaciones, y llegaría
el año nuevo cargado de planes e ilusiones. Augusto escuchaba aquello. En la
emoción de las últimas horas, al escuchar la famosa poesía de Andrés Eloy
Blanco “Las uvas del tiempo” la tristeza contrastaba con la alegría:
“Madre: esta noche se nos muere
un año.
En esta ciudad grande, todos
están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos,
¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre
cerca…
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá
lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el
recuerdo es un año
pasado que se queda”.
La radio era el principal
protagonista, la sintonía era total. Los presentes escuchaban música bailable y
alegre, la más sonada era "El Año Viejo" en la voz de Tony Camargo.
Yo no olvido al año viejo
porque me ha dejado cosas muy
buenas
hay yo no olvido al año viejo
porque me ha dejado cosas muy
buenas
mira!
me dejo una chiva,
una burra negra,
una yegua blanca,
y una buena suegra.
La alegría la ponía la popular
orquesta Billos Caracas boy que exhortaba al baile con su melodía de “Año
Nuevo”.
Año nuevo, vida nueva
más alegre los días serán.
Año nuevo \Vida nueva
con salud y con prosperidad.
Entre pitos y matracas,
entre música y sonrisas
el reloj ya nos avisa
que ha llegado un año más,
las mujeres y los hombres,
un besito nos daremos,
entre todos cantaremos
llenos de felicidad,
vamos todos a cantar
Los adultos consumían bebidas
espumantes, el vino y el ponche crema no podían faltar, era el preferido de las
damas, y con los niños refrescos.
Ya cercana a la medianoche algunos
de los familiares se preparan a practicar la clásica tradición de comer 12
uvas, una a una en la medida que suenan las campanadas, pidiendo 12 deseos para
el año entrante.
Sobre las hora la radio coloca la
canción "Faltan cinco pa' las Doce" de Néstor Zavarce,
Faltan cinco pa’ las doce
el año va a terminar
me voy corriendo a mi casa
a abrazar a mi mamá...
(Cantado) Faltan cinco pa’ las doce
el año va a terminar
me voy corriendo a mi casa
a abrazar a mi mamá...
(Hablado) Me perdonan que me vaya de la
fiesta
Pero hay algo que jamás podré olvidar
Una linda viejecita que me espera...
En las noches de una eterna navidad...
(Cantado) Las campanas de la iglesia están
sonando
anunciando que el año viejo se va...
la alegría del año nuevo viene ya
los abrazos se confunden si cesar...
Comienza la cuenta regresiva, 5,
4, 3, 2, 1 y suena el himno nacional, se escucha al unísono el grito de Feliz
Año…Feliz año…Feliz año y se estrechan entre calurosos abrazos los familiares,
amigos y seres más cercanos, representan un gesto de cariño para desearse entre
todos que el venidero año sea muy feliz.
El 31 de diciembre es una noche llena de esperanza, sueños y deseos.
Los niños ya agotados después de
todos los cohetones y muchos más que trajeron los invitados, y con la barriga
llena, les llegó la hora de dormir.
¡Feliz año! Se escucha en
la calle donde el vecindario se abraza.
Excelente memoria de nuestros tiempos infantiles, refleja el común de nuestras costumbres narradas en forma amena y captando fielmente nuestra idiosincrasia. Casi lo vive uno nuevamente. Gracias por este obsequio, patrimonio intimo de los que vivimos en tu memoria.
ResponderEliminarNavidad que vuelve, al final del aÑO. Unos van alegres otros van llorando. Es así la vida, se mueve entre y por las paradojas.El día que entendamos esto vereremos la luz. Esa que, aflora entre el conocimiento y la ignorancia en nuestra tierra. El primero nos permite ver en dónde falla la burra. Esa burra casquivana, que no sigue riendas como la historia. Esa ciencia, que por no usar microscopio, la miran como brujería, pero la realidad y sus penurias le ofrecen un macroscopio. Ese que nos aleja la alegría que una vez vivimos, pero que nuestra fe y esperanza, más las circunstancias y la ceguedad de la burra, en cualquier momento se estellará por no seguir las riendas.
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