EL JONRON
Era un día
especial, además de los actos religiosos, el evento más importante de la mañana
era el juego de beisbol, desde las ocho de la mañana comenzaron a llegar los
fanáticos, el equipo visitante que venía de la capital estacionó su autobús en
la parte afuera del estadio, eran los campeones. La mesa estaba preparada, los kioscos de
bebidas y comidas estaban listos, los parlantes y la caseta de trasmisión
estaban en prueba, la entrada era libre, una pancarta le daba la bienvenida a
los asistentes, el encargado del mantenimiento pintaba de cal las rayas
de las líneas laterales, los jugadores comenzaron a cambiarse para el
calentamiento inicial, los cohetes comenzaron a sonar y poco a poco el bullicio
se hizo presente junto a las madrinas de los equipos y las personalidades e
invitados especiales.
Eran unos
jóvenes casi todos, la edad promedio no pasaba de 24 años, solo dos jugadores
tenían experiencia, dentro de los jugadores se destacaban “El curro” un
espigado pítcher que lanzaba la pelota a 90 millas y “el Kambo” un
cácher de poder. La mesa estaba servida, llego el Presidente Municipal, lanzó
la primera bola y se dio inicio al juego esperado. Los fanáticos rebozaban la
tribuna y se colocaron detrás de la línea de left y del right fielder. En zurdo
Camargo lanzaba por los capitalinos. Gabo era un muchacho de 16 años que
chocaba la bola con poder. Fue alineado de sexto bate. En el segundo inning le
correspondió batear y falló con un roling por segunda base. El partido estaba
cero a cero en el cuarto capítulo, la algarabía era enorme, las cornetas
sonaban al máximo, el público se contagiaba con las jugadas y las
cervecitas comenzaban a animar más el ambiente. El locutor estaba ubicado
detrás de la malla protectora (bakstop) y las ventas de cepillados (raspaos),
maltas y refrescos completaban el menú.
Con las bases
llenas le correspondió tomar turno a Gabo, ya tenía más confianza, estaba en la
cuenta de dos bolas y un strike, sabía que podía venir con una recta adentro y
le dio con todo las fuerzas, la bola se desapareció del estadio fue un
jonrón apoteósico, el público deliraba mientras Gabo recorría las bases.
Cuando llegó al home lo esperaban los compañeros.
Según dicen
los entendidos, para aquel momento, había sido uno de los jonrones más largos
en ese estadio, la emoción le embargaba. Fue uno de aquellos momentos
inolvidables en la carrera como pelotero. Ganó el equipo local 7 por
4 y después de un relevo magistral de Ferdinand nos abrazamos al
completar el out 27.
Durante mucho
tiempo se recordó ese jonrón, ha sido imborrable aquella hazaña.
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