lunes, 22 de diciembre de 2014

LAS PALOMITAS


La familia Flores era una mezcla de oriental con llanera, los niños venían de vivir en el llano adentro, cerca de los ríos y en medio de la sabana. El Padre era un trabajador petrolero dedicado a la comercialización de la gasolina. Gregorio era el hermano mayor y tenía costumbres llaneras. Perseguía a los cotejos, jugaba con las gallinas, tenía dos perros y un buen día le pregunto a la pandilla que si querían comer palomitas. Los niños menores de diez años, se miraron la cara de asombro, ¿Cómo es eso de comer palomitas? Gregorio con fonda en mano, era un experto disparando piedras, pero también haciéndolas con horquetas de guayaba o cualquier otro de alta resistencia. Les explicó que había que conseguir tripas de vehículos o de bicicleta, conseguir un pedazo de cuero suave y guaral del fino. Ese mismo día tenían todo, Gregorio, corto las horquetas y las ligas delgadas, igualmente cortó con una tijera el cuerito y le abrió unos agujeros en los bordes, tomó el guaral y amarró con destreza, en minutos tenía hechas cuatro fondas y cada quien estaba entonces armado. Gregorio colocó unas botellas sobre unos pertrechos viejos a unos cuarenta metros de distancia, recogió una buena cantidad de piedras  y comenzó el entrenamiento. Al día siguiente salieron a cazar palomitas, Gregorio les explicó que lo que iban a hacer no debería hacerse. Les explicó que las palomitas eran las marrones. Se fueron a los matorrales y al cabo de una hora Gregorio había logrado derribar dos palomitas, los demás no tenían todavía la puntería para ello, sudorosos y llenos de cadillos regresaron a casa.
Gregorio les explicó como desplumar y preparar  a las palomitas, después de limpiarla por dentro, le dijo a la muchacha de servicio que las fritara. A los pocos minutos estábamos comiéndonos a las palomitas. Tenían buen sabor y eran como pasapalitos. La Mamá de Gregorio se apareció en la cocina y lo regaño, le dijo que no deberían atacar a estos animales indefensos, nos dijo a todos que no permitiría más aquello. Le recordó a Gregorio que a los animales hay que preservarlos y cuidarlos, las palomitas no son animales para comer, le reiteró enérgicamente la Mamá. Recuerden a San Francisco de Asís, vivía rodeado de aves y animales. No podemos colaborar con el exterminio de aves, muchas están en ese proceso de desaparición. Los demás observaban callados y se retiraron de la cocina. Iris, la muchacha de cocina le dijo a Gregorio, “Yo te lo advertí Gregorio, tu Mamá no estaba de acuerdo”. “No es la primera vez, allá en Espino te formaron un lío por lo mismo, no cuenten más conmigo”,. Después de aquella experiencia, buscaron que hacer, dialogaron un rato, optaron por cazar canarios y tomaron la trampajaula y se fueron a cazar canarios, también trataban de cazar cotejos rastreros. Era una edad donde buscaban aventuras en el monte, querían hacerse mas hombres. 

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