La familia Flores era una mezcla de
oriental con llanera, los niños venían de vivir en el llano adentro, cerca de
los ríos y en medio de la sabana. El Padre era un trabajador petrolero dedicado
a la comercialización de la gasolina. Gregorio era el hermano mayor y tenía
costumbres llaneras. Perseguía a los cotejos, jugaba con las gallinas, tenía
dos perros y un buen día le pregunto a la pandilla que si querían comer
palomitas. Los niños menores de diez años, se miraron la cara de asombro, ¿Cómo
es eso de comer palomitas? Gregorio con fonda en mano, era un experto
disparando piedras, pero también haciéndolas con horquetas de guayaba o
cualquier otro de alta resistencia. Les explicó que había que conseguir tripas
de vehículos o de bicicleta, conseguir un pedazo de cuero suave y guaral del
fino. Ese mismo día tenían todo, Gregorio, corto las horquetas y las ligas
delgadas, igualmente cortó con una tijera el cuerito y le abrió unos agujeros
en los bordes, tomó el guaral y amarró con destreza, en minutos tenía hechas
cuatro fondas y cada quien estaba entonces armado. Gregorio colocó unas
botellas sobre unos pertrechos viejos a unos cuarenta metros de distancia,
recogió una buena cantidad de piedras y
comenzó el entrenamiento. Al día siguiente salieron a cazar palomitas, Gregorio
les explicó que lo que iban a hacer no debería hacerse. Les explicó que las
palomitas eran las marrones. Se fueron a los matorrales y al cabo de una hora
Gregorio había logrado derribar dos palomitas, los demás no tenían todavía la
puntería para ello, sudorosos y llenos de cadillos regresaron a casa.
Gregorio les explicó como desplumar y
preparar a las palomitas, después de
limpiarla por dentro, le dijo a la muchacha de servicio que las fritara. A los
pocos minutos estábamos comiéndonos a las palomitas. Tenían buen sabor y eran
como pasapalitos. La Mamá
de Gregorio se apareció en la cocina y lo regaño, le dijo que no deberían
atacar a estos animales indefensos, nos dijo a todos que no permitiría más
aquello. Le recordó a Gregorio que a los animales hay que preservarlos y
cuidarlos, las palomitas no son animales para comer, le reiteró enérgicamente la Mamá. Recuerden a
San Francisco de Asís, vivía rodeado de aves y animales. No podemos colaborar
con el exterminio de aves, muchas están en ese proceso de desaparición. Los
demás observaban callados y se retiraron de la cocina. Iris, la muchacha de
cocina le dijo a Gregorio, “Yo te lo advertí Gregorio, tu Mamá no estaba de
acuerdo”. “No es la primera vez, allá en Espino te formaron un lío por lo
mismo, no cuenten más conmigo”,. Después de aquella experiencia, buscaron que
hacer, dialogaron un rato, optaron por cazar canarios y tomaron la trampajaula
y se fueron a cazar canarios, también trataban de cazar cotejos rastreros. Era
una edad donde buscaban aventuras en el monte, querían hacerse mas
hombres.
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