sábado, 13 de diciembre de 2014

EL POLICIA ESCOLAR - RAFAEL HERMOSO - N.G.RODRIGUEZ

EL POLICÍA ESCOLAR

Soy Pablito, ese día  no quería ir a la escuela, no había hecho la tarea, mi Madre me regaño y no me llevo porque la hora había pasado; pero me amenazó con El Policía Escolar que vendría a buscarme en su bicicleta. Este Policía era muy eficiente, las Maestras de la Escuela pasaban una lista de los alumnos que habían faltado a clases y El Policía Escolar salía a cumplir su misión. Aquel día me tocaría a mí. Yo me hacia el desentendido, y pensaba que me saldría parrillera en la bicicleta. Trate de distraerme aquella mañana jugando en el patio de la casa. Como a las 10 a.m escuche la corneta clink…clink  del gendarme escolar que había venido a buscarme. De inmediato me subí a la mata de mamón y me escondí entre las ramas, mi Madre vino a buscarme, se percato donde estaba y me obligo  a bajarme. Me puse a llorar, jujujuju…jujuju , pero mi Madre me llevó al cuarto y me vistió. Entre sollozos me dio el bulto escolar y me montaron en la parrillera. Así llegué a la Escuela, mas nunca se me ocurriría aquello. Mis compañeros del segundo grado se burlaron jajaja…jajaja durante varios días hasta que algún otro niño se le ocurriera la misma idea.
Otro día, al salir de clases al medio día, un grupo de muchachos del cuarto grado nos fuimos al río después de las clases de la mañana. Todos estábamos zambulléndonos "Chupulun" en “la toma del agua”, así se llamaba este pozo artificial hecha con piedras y palos de bambú. Más de veinte niños estábamos disfrutando de aquella aventura. Los rayos del sol pasaban entre las ramas de aquellos árboles grandes, las riberas del río tenían caminarías y matas de bambú. No podía demorarme mucho tiempo porque no solo me había jubilado, sino que no tenía permiso de mis Padres. Estábamos emocionados lanzándonos de clavados, cuando se apareció El Policía Escolar, salimos todos corriendo, tomamos nuestras ropas y zapatos y sin secarnos nos metimos entre los arbustos. Al vestirnos todos apurados, salimos río arriba y cada quien tomo su camino a casa. Al llegar preferí comentarle a mi Madre lo sucedido y me gane y con razón un buen regaño y reprimenda.
Otro día, no pude eludir el compromiso, ya había tenido varios encontronazos con Tulio, el peleón, lo llamaban casco e burro porque pegaba hasta con los pies. Tenía que salir pa´lante, me tocaba el turno. De empujones y amenazas pasamos a carear la pelea, me dijo: “A que no me quitas la pajita” y se la quite. Nos veríamos a la salida de la escuela, la riña estaba concertada en la segunda calle transversal. Todo el salón estaba enterado, a las doce y diez minutos aproximadamente nos veríamos las caras. La pelea era a puño limpio, no se valía mas nada. De repente estábamos a media calle, sin pensarlo nos lanzamos el uno contra el otro, los que me apoyaban gritaban ¡Pablito, Pablito, Pablito!, de inmediato fuimos al suelo en un forcejeo mutuo. Nos separaron y lanzamos algunos golpes, logré conectar uno al estomago "pung"y a Tulio se le doblaron las piernas. De repente alguien grito: ¡Ahí viene El Policía Rafael! Y todos salimos corriendo calle abajo, unos cogieron a la derecha, otros a la izquierda. Al día siguiente alguien nos había delatado, a Tulio y a mí nos llevaron a la Dirección, nuestros Padres fueron citados. Recibimos un castigo, debíamos quedarnos en la escuela, una hora después de la salida en las tardes por quince días para cumplir un trabajo comunitario: "Lijar y pintar pupitres". No te digo yo.

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