Soy Pablito, ese
día no quería ir a la escuela, no había hecho la tarea, mi Madre me regaño y no
me llevo porque la hora había pasado; pero me amenazó con El Policía Escolar
que vendría a buscarme en su bicicleta. Este Policía era muy eficiente, las
Maestras de la Escuela
pasaban una lista de los alumnos que habían faltado a clases y El Policía
Escolar salía a cumplir su misión. Aquel día me tocaría a mí. Yo me hacia el
desentendido, y pensaba que me saldría parrillera en la bicicleta. Trate de
distraerme aquella mañana jugando en el patio de la casa. Como a las 10 a .m escuche la corneta clink…clink del gendarme escolar que había venido a
buscarme. De inmediato me subí a la mata de mamón y me escondí entre las ramas,
mi Madre vino a buscarme, se percato donde estaba y me obligo a bajarme. Me puse a llorar, jujujuju…jujuju
, pero mi Madre me llevó al cuarto y me vistió. Entre sollozos me dio el bulto
escolar y me montaron en la parrillera. Así llegué a la Escuela , mas nunca se me
ocurriría aquello. Mis compañeros del segundo grado se burlaron jajaja…jajaja durante
varios días hasta que algún otro niño se le ocurriera la misma idea.
Otro
día, al salir de clases al medio día, un grupo de muchachos del cuarto grado
nos fuimos al río después de las clases de la mañana. Todos estábamos
zambulléndonos "Chupulun" en “la toma del agua”, así se llamaba este pozo artificial hecha
con piedras y palos de bambú. Más de veinte niños estábamos disfrutando de
aquella aventura. Los rayos del sol pasaban entre las ramas de aquellos árboles
grandes, las riberas del río tenían caminarías y matas de bambú. No podía
demorarme mucho tiempo porque no solo me había jubilado, sino que no tenía
permiso de mis Padres. Estábamos emocionados lanzándonos de clavados, cuando se
apareció El Policía Escolar, salimos todos corriendo, tomamos nuestras ropas y
zapatos y sin secarnos nos metimos entre los arbustos. Al vestirnos todos
apurados, salimos río arriba y cada quien tomo su camino a casa. Al llegar
preferí comentarle a mi Madre lo sucedido y me gane y con razón un buen regaño
y reprimenda.
Otro
día, no pude eludir el compromiso, ya había tenido varios encontronazos con
Tulio, el peleón, lo llamaban casco e burro porque pegaba hasta con los pies. Tenía que salir pa´lante, me tocaba el turno. De empujones y
amenazas pasamos a carear la pelea, me dijo: “A que no me quitas la pajita” y
se la quite. Nos veríamos a la salida de la escuela, la riña estaba concertada
en la segunda calle transversal. Todo el salón estaba enterado, a las doce y
diez minutos aproximadamente nos veríamos las caras. La pelea era a puño limpio,
no se valía mas nada. De repente estábamos a media calle, sin pensarlo nos
lanzamos el uno contra el otro, los que me apoyaban gritaban ¡Pablito, Pablito,
Pablito!, de inmediato fuimos al suelo en un forcejeo mutuo. Nos separaron y
lanzamos algunos golpes, logré conectar uno al estomago "pung"y a Tulio se le
doblaron las piernas. De repente alguien grito: ¡Ahí viene El Policía Rafael!
Y todos salimos corriendo calle abajo, unos cogieron a la derecha, otros a la
izquierda. Al día siguiente alguien nos había delatado, a Tulio y a mí nos
llevaron a la Dirección ,
nuestros Padres fueron citados. Recibimos un castigo, debíamos quedarnos en la escuela, una hora después de la salida en las tardes por quince días para cumplir un trabajo comunitario: "Lijar y pintar pupitres". No te digo yo.
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