Memorias históricas digitalizadas de Turmero No. 162
La primera
lección:
Nelson, mi amigo monaguillo, me
presento al Simeón, el sacristán mayor, este me dio la bienvenida y lo primero
que hizo fue entregarme una cartilla que contenía la Santa Misa en latín.
Tenía que aprendérmelo de memoria sin tener ningún conocimiento, apenas tenía
11 años. Me explicaron los pasos de una misa y me dijo, lo mejor es aprender
ayudando misa de una vez. Simeón ayudó a vestir al Padre Pedro, Nelson preparó
el vino y las hostias. Simeón se sentó a la derecha del altar, solo tenía
que hacer lo mismo que Nelson, me entregaron una campañita dorada y después de
vestirnos con una cota blanca y sotana roja salimos de la sacristía al altar. Al entrar repicamos la campanita ¡tilín,
tilín!; ¡tintín, tintín! y
me ubique en el extremo izquierdo del altar.
Simeón y
Nelson eran los monaguillos de confianza, la experiencia valía mucho. Observe
como Simeón contestaba en perfecto latín. El Padre Pedro comenzó
diciendo: In nomine Patris et Filii, et Spiritus Sancti. Amen. Siguió el
Padre y me llamaron la atención algunas frases como estas: Dominus vobiscum.
Et cum spiritu tuo. Al final de la misa tomamos la comunión y
compartimos con el Padre en la sacristía.
Segunda
lección:
Llegué
temprano el domingo, eran las seis de la mañana, había que aprender a tocar las
campanas en el Campanario. Las escaleras eran inclinadas y llegamos a lo mas
alto. Había campanas grandes y pequeñas, había un mecanismo para tocarlas
automáticamente. Simeón me explico cómo tomar las cuerdas y dio un repique,
había que tocar dos campanas a la vez ¡tan,
tan, tarantantan!. Para los toques fúnebres se
utilizaba una campana grande. La hora la daba el reloj de manera automática.
Lo difícil no
era subir las escaleras, sino bajarlas. Si pelabas un escalón caerías por una
ventana a mas de 50 metros de altura ¡cata,plum!. Si sufrías de claustrofobia no podías
subir
La tercera
lección:
Dentro del
protocolo estaba el ayudar a vestir al sacerdote. Lo primero que había que
hacer era conocer los elementos como la estola, casulla, cordón y otros. Igual
se preparaba el cáliz y el velo, el vino y el agua en unos envases llamados
vinajeras, el copón con las hostias, el incienso, los libros, la patena o
platillo y otros elementos. Poco a poco iría acostumbrándome. No podían faltar
las bandejas para recolectar las limosnas u ofrendas. Así fue mi comienzo.
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