LA MIRADITA
Era un día nublado cuando Alberto, Gerard
y Augusto, los tres hermanos llegaron a
las onduladas calles del norte capitalino donde hacia cierto
frio y había que ir abrigado. Eran como las tres de la tarde, el viaje había
sido largo y agobiante. Al llegar al lugar, Doña Catalina, los esperaba,
los recibió con mucho cariño como era su costumbre y los hizo pasar, de
inmediato salto Freddy “tras”, quien los ayudó a llevar los bolsos a
la habitación, allí en camas tipo litera dormirían como pudieran los cinco,
porque faltaba, Tirso, que no había llegado.
Aquella tarde se fue entre salir a
conocer el sector y que sus anfitriones los presentaran a los amigos que jugaban
pelota de goma contra un paredón. Mas tarde, fueron a visitar a una amiga del cual
estaba enamorado Freddy y conocieron a la pretendiente. Al regreso la Tía Catalina ya tenía listo la cena, luego
vieron un rato televisión y el cansancio los venció Zzzz…Zzzz.
Al día siguiente sábado, comenzaron a
hacer planes, estando aún en la cama, decidieron
ir a una fiesta en la casa de una cantante popular que era homenajeada
por los residentes, esta se efectuaría al mediodía. Estando en el cuarto, la
Tía Catalina les dice que habían llegado, Tricy y Malena, dos vecinas. Estas se acercaron a la
puerta y saludaron. Todo normal, solo que un cruce de miradas entre Tricy y Gerard,
los estremeció a ambos, Zuaaas….flechazo de cupido. El cruce de mirada no
duraría diez segundos pero se quedo en la mente para siempre. El flechazo fue reciproco. Ella no olvidó aquel instante, El tampoco. Fue
un aviso que no escucho el llamado, fue como un alfiler que pinchó aquellos
inocentes corazones, fue como una estrella fugaz que pasa por el firmamento. Siendo niños nunca lo comprendieron y la
inocencia congeló aquel instante en el subconsciente de ambos. Hasta el
mediodía compartieron aquella grata visita, hasta la despedida.
Lo demás fue parte de la convivencia.
Unos en una casa, los otros en la otra, tan cerca y tan lejos.
El día transcurrió, los varones
fueron al agasajo, pasaron el día, la alegría quedo en cansancio y fastidio.
Regresaron tarde y cansados.
Al día siguiente decidieron después
del desayuno, visitar a Tricy y Malena para despedirse. Caminaron tres cuadras,
cuando llegaron habían salido a la misa con la Mamá. Gerard se sentó un poco
triste en una butaca, de lejos vio a Tricy en una foto, se acercó a la mesa y
la tomó en sus manos, quería darle un beso, pero no podía. De todas maneras lo
hizo con la mente y lentamente coloco la foto nuevamente sobre la mesa. En ese
momento sus ojos se humedecieron, dio media vuelta y sonriendo dijo a los
demás, -Cónchale, Tricy quedó muy linda en esa foto.
Al rato regresaron, buscaron sus
equipajes y tomaron el autobús de regreso a la terminal. Atrás quedaba el
recuerdo imborrable del cruce de miradas.
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