miércoles, 10 de diciembre de 2014

EL CABALLITO DE HIERRO - MEMORIAS HISTORICAS DIGITALIZADAS DE TURMERO - N.G. RODRIGUEZ


MEMORIAS HISTÓRICAS DIGITALIZADAS DE TURMERO
Publicación 156

EL CABALLITO DE HIERRO

Todos los domingos se efectuaba un clásico ciclístico, la emoción era mayor cuando “El Negro Nato” participaba, era oriundo del pueblo y despuntaba como un buen corredor, sobretodo en terreno plano. Su contextura alta y su cuerpo fornido, no propias de un ciclista lo diferenciaban de los demás quienes eran delgados y de mediana estatura. Aquel domingo se corría una carrera normal patrocinada por una empresa de gaseosas. La primera parte se desarrolló hacia la montaña, y luego la bajada “El Negro” viene escapado ¡!! gritaba la gente!!!, efectivamente “El Negro” se apareció a la vista de todos pedaleando a todo tren, había dado la satisfacción de pasar ganando, aunque el pelotón venía como a dos kilómetros, seguramente lo arropaba en pocos minutos. No obstante ello, faltaban doce kilómetros para la meta y podría también terminar de primero si mantenía el ritmo de velocidad. “El Negro” llevaba un maillot verde ceñido al cuerpo al igual que el “culotte”, un short especial para evitar el roce con las partes delicadas. Las zapatillas combinaban con los guantes y “El Negro” usaba lentes oscuros grandes para protegerse del sol. Su bicicleta Por la radio pudimos escuchar que “El Negro” había llegado solo a la raya con apenas trescientos metros de ventaja sobre el pelotón que no pudo darle cacería.
En otra carrera de la Vuelta a Venezuela, como siempre,  “El Negro Nato” pasó por su pueblo natal encabezando un pelotón de siete ciclistas escapados. La ruta los llevaría a la meta ubicada unos sesenta kilómetros de distancia en San Juan de Los Morros, ahora es cuando faltaba carrera. Era la carrera más importante, con esta se cumplía la etapa III de cinco en total. La radio nos informaba que “El Negro” se había despegado del pelotón cuando faltaban, veinte kilómetros de distancia. El camino era plano pero tenía muchas curvas y chinchorros. Todos ligaban que ganara y pudo hacerlo para satisfacción de todos. Al día siguiente le toco la montaña, para “El Negro” la montaña era como subir una pared, no pudo a pesar del esfuerzo. Las piernas le flaqueaban, solo pudo recuperarse algo en la bajada. Un séptimo lugar en la general no era malo, pero aspiraba más. El hombre siguió trabajando duro, se entrenaban regularmente y competían los domingos.
Oh sorpresa!!! El día menos esperado  “El Negro Nato” fue llamado por la Federación Nacional de Ciclismo y le informaron que había sido seleccionado para representar al país en el Campeonato Mundial de ciclismo a efectuarse en Francia, tuvo que sacar pasaporte y todo, le dieron una bicicleta nueva especial de alta competencia. “El Negro” fue despedido con mucha esperanza por su pueblo. ¡suerte!...¡suerte! le decían. En las anteriores participaciones solo se sabía que todos  habían abandonado.  “El Negro” fue seleccionado por su pundonor y por ser muy bueno en terreno plano que era la ruta seleccionada. Estuvo preparándose como un mes, y el día de la carrera llegó. Ciclistas de todo el mundo estaban presentes, habían más técnicos que ciclistas. La delegación llegó con una semana de antelación, un poco para aclimatarse, el frió estaba siempre por debajo de ocho grados. Aquel día en la mañana llegaron al lugar de la partida, ciento cincuenta y seis corredores tomaron posiciones. El recorrido a realizar era de doscientos cuarenta y ocho kilómetros, cuando el pelotón salió muchos se persignaron, cuando se llegó al kilómetro ochenta y uno se produjo una escapada de cinco penalistas, ya el pelotón se había dividido como en cinco pedazos. “El Negro Nacho” estaba en el último grupo. De los cuatro compañeros de equipo uno había abandonado por causas del clima, la temperatura había bajado aquella mañana a cinco grados centígrados con tendencia a seguir bajando por la nubosidad oscura. En el kilómetro ciento cuarenta de competencia ya los otros dos compañeros de “El Negro Nacho” se habían retirado por razones climáticas y del ritmo de la carrera. Los alemanes, franceses, italianos, españoles, rusos, belgas y otros tenían un promedio de velocidad superior a los cincuenta kilómetros por hora. “El Negro Nacho” se mantenía en carrera ante el asombro de la delegación, aquel hombre había soportado el clima, aunque su accionar no era el mejor se mantenía encima de su caballito de acero cuando la carrera entraba en la recta final el motorizado que lo acompañaba, solo escuchaba el sonido de la respiración, uuujuuu...uuuujuuu...uuujuuuu. La carrera la ganó el belga quien llegó solo a la llegada con un minuto y treinta y ocho segundos de diferencia respecto al lote de tres corredores que llegaron luego, un italiano y dos franceses. Cuando todos habían llegado hace media hora, los jefes de seguridad informaban que faltaba uno, a lo lejos se diviso un ciclista en solitario, los medios de comunicación mundial se ubicaron en la meta, este hombre era el único latinoamericano en competencia, no había ganado, pero había llegado. Al cruzar la raya, los flaxes de los fotógrafos y las cámaras y micrófonos captaron las imágenes mas difundidas del campeonato mundial de ciclismo, los integrantes de su equipo lo felicitaban. “El Negro Nato”  no podía bajarse por su cuenta de la bicicleta, estaba totalmente congelado, brrr...brrr, la temperatura llegaba a tres grados centígrados. Los noticieros mundiales difundieron el hecho como lo mas resaltante del evento, “El Negro Nato”  había llegado de último a mas de una hora del ganador, pero había resultado el héroe por su fuerza de voluntad. Estuvo tres días hospitalizado, las manos y los pies se habían amoratado. Sus coterráneos allá en lo lejos recibieron la noticia con mucho orgullo, el titular de los periódicos no le dieron importancia al ganador, prefirieron destacar que un latinoamericano había alcanzado la meta en la mayor demostración de honradez por el deporte que hubiesen visto.   
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