sábado, 6 de diciembre de 2014

EL CARNAVAL -RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ



EL CARNAVAL

Una semana antes de carnaval se elegían las reinas de carnaval en cada barrio o urbanización del pueblo, montadas sobre los carros las paseaban por el pueblo para presentarlas, gritaban su nombre, sacaban algún afiche y hasta pancarta, después irían al concurso mayor en la plaza principal en donde montaban una tarima decorada con dibujos alegóricos. Los pobladores asistían a la hora fijada y llevaban las barras de cada sector o candidata. Las candidatas eran presentadas una a una, lucían el mejor de los atuendos resaltando los atributos, bien un escote o una falda abierta o un vestido ajustado, el jurado debía decidir, los aplausos clap…clap…clap…orientaban la elección. A veces no ganaba la más bonita ni la mejor preparada, bastaba con ser la sobrina del Jefe Civil o la hija de Perico de los Palotes. Una vez electa era coronada, alguna de las competidoras enfurecidas grrrr….grrrr se bajaban bravas  de la tribuna, otras con mala cara aceptaban los resultados, parte del público gritaba ¡¡¡ trampa…trampa!!! y  otra parte aplaudía. Su majestad Claudia  iniciaba su reinado, de igual manera se auto elegía al Rey Momo, ya los organizadores habían pensado en alguien, en esta ocasión se eligió al Gordo Omar, que con cara de bonachón pero de carácter excéntrico se convertía en un digno representante de la locura carnavalesca. Al día siguiente los organizadores tenían listo el programa donde se incluían los bailes de carnaval todos los días, desfiles de carrozas sábado y domingo y prohibición de jugar con agua, cuestión esta última que nadie respetaba.
Se organizaban unas cinco carrozas, la de la Reina y sus damas de honor, la de las otras participantes, la de los músicos, la del Rey Momo y la de los disfraces. Cada una decorada de acuerdo a los diseños previos seleccionados, normalmente con alegorías de carnaval como antifaces y sombreros, en aquella oportunidad se decoraron con motivos diversos, la reina llevaba una silla para poder mostrarse y lanzar caramelos, papelillos y otros obsequios menores. La Reina leía una proclama en cada ocasión. El Rey Momo iba vestido como Nerón con una corona de árbol de pino. En la carroza de los músicos se lanzaban cohetes al aire bum…bum…bum. Mientras las carrozas desfilaban, los niños y jóvenes recibían sus caramelos, las personas desde las aceras de las calles y en sus esquinas saludaban a los participantes. ¡Viva la Reina! El desfile terminaba en la plaza y los participantes se confundían con la gente del pueblo. En las noches en la plaza se ofrecían conciertos musicales y asistían decenas de personas disfrazadas de Negritas y de Domino. De repente llegaba una comparsa de Viejitas o de diablos o de cuanta ocurrencia tuviesen los ingeniosos pobladores. La Plaza se llenaba tanto de personas que no se podía caminar, además de los papelillos se usaba  “pachuli”, una colonia de mujer muy olorosa. Los templetes de música contagiaban a los asistentes para motivarse a bailar.

La Reina engalanaba los bailes de gala, con las mejores orquestas musicales se realizaban estas fiestas populares en lugares privados. La mayoría de las mujeres asistían disfrazadas y los hombres, adultos y jóvenes, a veces bailaban toda la noche con algún disfraz sin saber quien era. Las mesas se llenaban todas y los servicios de bebidas y comidas eran atendidos por mesoneros debidamente uniformados. Casi no se podía caminar. La Reina bailaba con sus cortesanos. Ya pasadas unas horas la cuestión se tornaba peligrosa porque los pasados de trago comenzaban a crear problemas. Más de uno que había bailado toda la noche con un disfraz al que había enamorado se sentía burlado, el disfraz resultaba un hombre. Los amigos se reían jajaja de aquella  jocosidad por mucho tiempo.


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