Los muchachos jugaban en la calle,
allí jugaban desde el escondido hasta pelota callejera, un buen día, inspirado
por los juegos panamericanos y por el movimiento de tierra para colocar tuberias de aguas negras, los muchachos inventaron practicar el lanzamiento de bala, en este
caso piedras gruesas y redondas de unos dos kilos para ver quien la lanzaba
mas lejos. Comenzaron por conseguir la piedra mas redondita y pesada, luego
marcaron una raya en el piso y comenzó la competencia entre ellos mismos. Era
evidente los mas grandes por tener mas fuerza la lanzaban mas lejos, unos
cuatro a cinco metros, de allí no pasaban. El problema vino cuando José lanzó la
piedra cuando justamente Pablito, un niño de seis años atravesaba la calle y la
piedra le dio en la cabeza, cerca de la frente. Pablito cayo al suelo sangrando
¡ayyyy…ayyyyy….mamá!, la mayoría de los muchachos salieron corriendo de pánico.
Casi de inmediato apareció la
Mamá de Pablito y lo trasladaron a la medicatura que quedaba
como a ciento cincuenta metros de distancia. Pablito lloraba uhh…jujuju en
medio del miedo y su amigo José explicaba que no se había dado cuenta.
Al llegar a la medicatura lo pasaron a
emergencia, Pablito estaba medio mareado, haber visto su sangre lo había
impactado. Le limpiaron bien la herida que según la enfermera era grandecita.
Pablito estaba muy nervioso por la cantidad de implementos médicos y por el
olor a alcohol y agua oxigenada. La enfermera tomó una tijera y le dijo que le
cortaría una parte del cabello para poder cogerle los puntos. La Mamá de Pablito lo consolaba,
los amigos todos se quedaron afuera y murmuraban en medio de las preocupaciones
normales. Vino la Médico
de turno y dio algunas instrucciones relacionados a la vacuna antitetánica.
Pabito fue inyectado en la nalga. Cuando se volteo observó que la enfermera
tenía en las manos otra inyectadota pequeña, como tenían que coserlo le
anestesiarían la zona para que no le doliera tanto. Al cabo de diez o quince
minutos la enfermera estaba cociéndolo, había tomado cinco puntos de sutura. Lo
tuvieron que reanimar con alcohol porque había sufrido un leve desmayo.
Acostado tuvo que esperar una hora más, hasta que pudieron llevárselo a su
casa.
Después de los agites de aquella
tarde, todos los niños se recogieron temprano. En cada casa había un común
denominador, los Padres regañaban u orientaban a los muchachos. Pablito estaba
de reposo, por tres días no podía ir a la escuela. Estaba bajo observación,
cualquier dolor de cabeza implicaría un
examen mas riguroso de rayos X. Solo gemía por el dolor de los puntos en cuanto
la anestesia había pasado su efecto. Estaba herido de bala, pero de piedra. Lo peor vino después, tenía que ser inyectado con antibióticos por cinco días continuos,cuando Pablito al día siguiente vió llegar la bicicleta del bachiller Carlos Cordova, de casualidad no le dió un yeyo. Este ingresó a a la casa con un maletín donde tenía de todo, procedió a preparar la inyectadora como de cinco CC o mas, Pablito se fue en llanto por la impresión de la aguja y cuando sintió el pinchazo, ayayai. Así pasaron los días hasta que le iban a retirar los puntos, otro dolor más, la enfermera con tijera en manos cortaba el hilo, perop cada punto había que tirarlo, uff cinco tirones, un poco de sangre, mercurio cromo y listo. Un episodio para contarlo.
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