RISITAS
De
baja estatura, piel morena y cabello liso, mezcla de indio y negro. Vestía
traje harapiento con saco largo hasta las rodillas que seguramente le habían regalado, callado y tímido en
apariencia, así deambulaba por las calles del pueblo. La risa era su
característica, cuando los pobladores se le acercaban, levantada la mirada y la
sonrisa tipo monalisa se apreciaba en las mejillas. Le decían "echa cinco por un real, y cinco pedos echaba". Le pedían una risa y
empezaba la función. Comenzaba con una risita suave que nunca llegaba a
carcajadas jijijijijiji….jijiji,..ji.jijijijiji con las manos juntas miraba uno
a uno a quienes lo rodeaban, su risa provocaba que los demás de rieran. Poco
a poco la risa se contagiaba a todos los presentes quienes se reían más fuerte
que Claus. De repente estábamos como en un estudio de televisión frente a un
humorista, un mimo o no se quien, pero los movimientos musculares de la risa
nos hacían desternillar ante la mirada baja y cómplice del personaje que no
cesaba de reír. Esto hacía que los presentes liberaran tensiones y pasaran un
rato simpático de su vida. Una verdadera terapia de la risa. La adrenalina quedaba en libertad, el estrés bajaba
al mínimo cuando las carcajadas explotaban y más de sesenta músculos de la cara
funcionaban. Parece mentira, pero las risitas de Claudio mejoraban el estado de
ánimo y la salud misma, hombres y mujeres se confundían con risas verdaderas de
diferentes sonidos, alrededor de aquel
hombre que lo hacia sin saber. Pasaban los minutos y el grupo aumentaba por
razones obvias, no había dudas la risa ejercía una influencia social
espontánea.
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