lunes, 1 de diciembre de 2014

LAS AREPAS DE MI PUEBLO - RECUERDOS/CUENTOS INFANTILES- N.G.RODRIGUEZ



LAS AREPAS DE MI PUEBLO
Doña Felicia
Antes de las siete de la mañana la Mamá de Freddy lo enviaba a buscar donde Doña María Felicia las arepas encargadas para el desayuno del día. María Felicia vivía tres casa cerca de los Fernández, padres de Freddy. María Felicia vestía falda larga y blusas sin mangas, llevaba siempre una pañueleta para proteger el cabello, calzaba unas alpargatas de cuero finamente decoradas. Tenía un fogón largo como de dos metros en un cuarto al aire libre, al mismo tiempo atendía más de veinte arepas al mismo tiempo, sin ayuda directa de alguna de sus parientes  que solo obedecían a su mandato para traer o llevar algo, uno de sus gritos habituales era este: ¡¡¡Teresa apúrate con la molienda del maíz!!! Una radio prendida dejaba escuchar las noticias del día y lo más importante la hora, “Son las seis y cuarenta y cinco de la mañana, tin…ton…tan”. Con una habilidad que solo da la experiencia, colocaba la leña, amasaba el maíz, volteaba las arepas, calentaba las cafeteras de peltre, pasaba las arepas sobre los tizones de leña para quemarlas y finalmente raspaba las arepas con una lata o un vidrio (rasss…rasss…rasss). Las arepas calienticas  se caracterizan porque eran grandecitas y de grosor medio, estas se colocaban para llevarlas en bolsas de papel. Había siempre que hacer una cola por orden de llegada. Todo tenía que estar calculado en el tiempo porque después del desayuno había que acudir a la Escuela. Estas arepas  quemaditas algunas, se comían frecuentemente con mantequilla y queso, a veces se acompañaban con huevos o carne molida o mechada, según lo que preparaba la Mamá de Freddy. Siempre se acompañaba el desayuno con café con leche.  Otras veces haciamos sopa de arepa, riquisima con leche, mantequilla y queso rayado. uhmmmm.
Doña Vicenta:
Como la familia Fernández tuvo que mudarse a otro sector del pueblo, tuvieron que averiguar quien preparaba las arepas, se encontraron con Dona Vicenta, una señora baja de estatura, de piel morena y que tenía una ayudante, su hija mayor, la señorita Inesita, una muchacha delgada y alta. Dona Vicenta usaba dos fogones redondos y todo lo tenía en su cuarto de trabajo. Ella fumaba pero con una característica, el cabo del tabaco se lo introducía prendido por medio de la lengua, en la boca y aspiraba ese humo. Aquello llamaba mucho la atención a Freddy quien lo comentaba a sus familiares y amigos. Las arepas de Doña Vicenta eran gorditas y relativamente pequeñas. El proceso era el mismo. Doña Vicenta entre paso y paso se enjuagaba las manos en un balde agua para limpiarlas. Su hija Inesita amasaba y metía la mano en los fogones bajo la coordinación con Doña Vicenta, quien escuchaba novelas por su radio. De tantos días ir seguidos, prácticamente Freddy se convirtió en oyente de las novelas, de las cuales se reía, jejejeje y hasta entristecía según el caso. Las personas que acudían a buscar sus arepas se colocaban alrededor del tinglado abierto colocado en el patio de la casa, el piso era de tierra. En el patio se observaba un gallinero y de vez en cuando el canto del gallo kikirikiii y una jaula con pajaritos de diversos tipos que trinaban. En los días sábados y domingos Dona Vicenta elaboraba arepitas dulces amasadas con agua de papelón, se le agregaba harina de maíz y anís dulce. Estas se preparaban con la masa más aguadita y muy delgaditas, se vertían al caldero con aceite hirviendo y su elaboración era más rápida. Era una costumbre ir los sábados y domingos a buscar los dos tipos de arepas.
Mi Mamá
No era que la Mamá de Freddy no hiciera las arepas, era cuestión de tiempo, porque en esa época las arepas eran de maíz molido. Sin embargo en una u otra ocasión especial las preparaba. A diferencia de las anteriores, la Mamá de Freddy hacía las arepas normales, pero al Papá de Freddy, le gustaban quemaditas y con queso rallado incorporado a la masa. Las arepas de la Mamá de Freddy eran las mejores para ellos, iban directo del fogón pequeño de la cocina a la mesa. La familia compartía su elaboración, desde pasar por el molino del pueblo el día anterior hasta compartirla en familia. Los desayunos de la casa de Freddy, en un día especial era completo, lo malo era la modorra posterior zzz  zzzz de un día de descanso que convidaba al sueño, aunque a los niños se les pasaba rápido por su actitud al juego. 
Así eran las arepas de mi pueblo.

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