¡¡PRENDE EL CARRO SABAS!!
Las carreras
de carro eran un acontecimiento popular, una vez al año pasaban los bólidos por
las principales calles, incluyendo carros de último modelo europeos. Era común
entre los habitantes la afición por el deporte del automovilismo, muchos
hombres de la época eran corredores aficionados, hasta los niños participaban
en las carreras dominicales transmitidas por emisoras de radio adonde enviaban
el dibujo de su carro de carrera con el número de su preferencia e indicando el nombre del piloto y del
copiloto, por eso los domingos se podía escuchar la voz del Tio Anacleto que
decía, Bólido a la vista…es el número cuarenta y ocho, de color azul, piloteado
por José Rafael y Carlos Eduardo. Tal vez por ello estaba muy arraigado este
deporte de la velocidad. Seguramente influenciado por aquellos hechos, aquel
hombre de piel blanca y cara redondeada, con sombrero vestía su traje derruido de tanto uso sobre
la camisa manga larga de cuello y puños desgastados y sucios. El pantalón ancho y el
saco eran de casimir marrón oscuro. Prende el carro Sabas, le decía la gente, Sabas
entonces comenzaba a imitar el sonido de los carros…funfunfun funfun fun
fun…fuuuuuuuuuu fuuuuuuuuu y la gente rodeaba a Sabas entre risas y admiración,
la carrera continuaba durante minutos y se escuchaba el rechinar de los cauchos
y el ruido de los motores. Los muchachos y hasta los adultos le pedían a Sabas que encendiera el auto varias veces al día y
seguía su camino por las calles del pueblo hasta un próxima estación cuando un grupo de personas le pedian los mismo "Prende el carro Sabas".
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