sábado, 13 de diciembre de 2014

EL DIABLITO - RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ

EL DIABLITO

Este era un vecino, un muchacho tremendo pero buena gente, se llamaba Oswaldo, le decíamos “El Diablito”, de difícil carácter, complicado para controlar, tenía muchas ocurrencias, tendría en ese momento unos catorce años. Se caracterizaba por su forma de ser, era peleón, malcriado, desobediente, no era ningún ejemplo para los demás niños; todo eso se compensaba porque era gran amigo, muy solidario y gran compañero. En la escuela era un problema, no lo querían aceptar, siempre bajo la promesa de su representante  ingresaba, pero más rápido que inmediatamente "Zuas" estaba en la Dirección porque había creado un altercado dentro o fuera de la institución. Fue expulsado varias veces de la Escuela. Sus familiares pensaron llevarlo a un correccional, pero hasta eso era difícil. Varias veces había sido detenido por la Policía, se metía con todas las personas, no respetaba a nadie. Era incontrolable. Jugaba pelota y no le gustaba perder, igual si jugaba metra o efectuaba una carrera.  Era difícil convivir con El, solo sus amigos sabían entenderlo. Se metía con los vecinos, con el Cura y con todo el mundo, se escuchaba era su risa "Jajajaja". Era normal que la gente se dirigiera a sus familiares para efectuar los reclamos, en ocasiones iban a la Policía y su representante tenía record de citaciones por cualquier ocurrencia de Oswaldo “El Diablito”.
Llamó a sus amigos y les dijo si querían comer caña de azúcar, naranja, o cualquier fruta, se escondía en una esquina, cuando pasaban los camiones cargados, “el Diablito” corría "Ras...ras...ras" y de un salto felino se encaramaba en la parte trasera de los camiones de carga, con una habilidad asombroso lanzaba al suelo las frutas que quería, en apenas cien metros lograba bajar unas cuantas provisiones. Luego se lanzaba en cuanto frenaba el camión en la esquina. Corría hacia un zaguán y se escondía. Después regresaba recogiendo su botín y lo repartía a todos. Esta operación la hacia tres o cuatro veces al día. Todos eran cómplices de “El Diablito”.  
Su vida siempre fue agitada, a medida que crecía aumentaban sus ocurrencias, era faramallero, extrovertido, llamaba la atención, se vestía con ropas llamativas y llevaba una vida desordenada. Nadie lo esperaba, fue en un accidente de transito. Allí dejo de existir aquel muchacho a temprana edad, el pueblo entero y sus amigos lo lloraron.

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