Este era un vecino, un muchacho
tremendo pero buena gente, se llamaba Oswaldo, le decíamos “El Diablito”, de
difícil carácter, complicado para controlar, tenía muchas ocurrencias, tendría
en ese momento unos catorce años. Se caracterizaba por su forma de ser, era peleón,
malcriado, desobediente, no era ningún ejemplo para los demás niños; todo eso
se compensaba porque era gran amigo, muy solidario y gran compañero. En la
escuela era un problema, no lo querían aceptar, siempre bajo la promesa de su representante ingresaba, pero más rápido que inmediatamente "Zuas" estaba en la Dirección porque había
creado un altercado dentro o fuera de la institución. Fue expulsado varias
veces de la Escuela. Sus
familiares pensaron llevarlo a un correccional, pero hasta eso era difícil. Varias
veces había sido detenido por la
Policía , se metía con todas las personas, no respetaba a
nadie. Era incontrolable. Jugaba pelota y no le gustaba perder, igual si jugaba
metra o efectuaba una carrera. Era
difícil convivir con El, solo sus amigos sabían entenderlo. Se metía con los
vecinos, con el Cura y con todo el mundo, se escuchaba era su risa "Jajajaja". Era normal que la gente se dirigiera
a sus familiares para efectuar los reclamos, en ocasiones iban a la Policía y su
representante tenía record de citaciones por cualquier ocurrencia de Oswaldo “El Diablito”.
Llamó a sus amigos y les dijo si
querían comer caña de azúcar, naranja, o cualquier fruta, se escondía en una
esquina, cuando pasaban los camiones cargados, “el Diablito” corría "Ras...ras...ras" y de un
salto felino se encaramaba en la parte trasera de los camiones de carga, con
una habilidad asombroso lanzaba al suelo las frutas que quería, en apenas cien
metros lograba bajar unas cuantas provisiones. Luego se lanzaba en cuanto
frenaba el camión en la esquina. Corría hacia un zaguán y se escondía. Después
regresaba recogiendo su botín y lo repartía a todos. Esta operación la hacia
tres o cuatro veces al día. Todos eran cómplices de “El Diablito”.
Su vida siempre fue agitada, a medida
que crecía aumentaban sus ocurrencias, era faramallero, extrovertido, llamaba
la atención, se vestía con ropas llamativas y llevaba una vida desordenada. Nadie
lo esperaba, fue en un accidente de transito. Allí dejo de existir aquel
muchacho a temprana edad, el pueblo entero y sus amigos lo lloraron.
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