domingo, 28 de diciembre de 2014



EL JONRON 

Era un día especial, además de los actos religiosos, el evento más importante de la mañana era el juego de beisbol, desde las ocho de la mañana comenzaron a llegar los fanáticos, el equipo visitante que venía de la capital estacionó su autobús en la parte afuera del estadio, eran los campeones. La mesa estaba preparada, los kioscos de bebidas y comidas estaban listos, los parlantes y la caseta de trasmisión estaban en prueba, la entrada era libre, una pancarta le daba la bienvenida a los asistentes, el encargado del mantenimiento  pintaba de cal las rayas de  las líneas laterales, los jugadores comenzaron a cambiarse para el calentamiento inicial, los cohetes comenzaron a sonar y poco a poco el bullicio se hizo presente junto a las madrinas de los equipos y las personalidades e invitados especiales.
Eran unos jóvenes casi todos, la edad promedio no pasaba de 24 años, solo dos jugadores tenían experiencia, dentro de los jugadores se destacaban “El curro” un espigado pítcher que lanzaba la pelota a 90 millas y  “el  Kambo” un cácher de poder. La mesa estaba servida, llego el Presidente Municipal, lanzó la primera bola y se dio inicio al juego esperado. Los fanáticos rebozaban la tribuna y se colocaron detrás de la línea de left y del right fielder. En zurdo Camargo lanzaba por los capitalinos. Gabo era un muchacho de 16 años que chocaba la bola con poder. Fue alineado de sexto bate. En el segundo inning le correspondió batear y falló con un roling por segunda base. El partido estaba cero a cero en el cuarto capítulo, la algarabía era enorme, las cornetas sonaban al máximo, el público se contagiaba con las jugadas y  las cervecitas comenzaban a animar más el ambiente. El locutor estaba ubicado detrás de la malla protectora (bakstop) y las ventas de cepillados (raspaos), maltas  y refrescos completaban el menú.
Con las bases llenas le correspondió tomar turno a Gabo, ya tenía más confianza, estaba en la cuenta de dos bolas y un strike, sabía que podía venir con una recta adentro y le dio con todo las fuerzas, la bola se desapareció del estadio fue un jonrón apoteósico, el público deliraba mientras Gabo recorría las bases. Cuando llegó al home lo esperaban los compañeros.
Según dicen los entendidos, para aquel momento, había sido uno de los jonrones más largos en ese estadio, la emoción le embargaba. Fue uno de aquellos momentos inolvidables en la carrera como pelotero. Ganó el equipo local  7 por 4  y después de un relevo magistral de Ferdinand nos abrazamos al completar el out 27.

Durante mucho tiempo se recordó ese jonrón, ha sido imborrable aquella hazaña.


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