viernes, 12 de diciembre de 2014

EL NEGRO GUAPACHOSO - RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ

EL NEGRO GUAPACHOSO

El hombre era de piel morena, siempre andaba alegre, con una sonrisa por delante, saludaba a todo el que se le aparecía, usaba zapatos de goma espuma y lucia un sombrerito tipo antaño. Andaba por todo el pueblo en una bicicleta de paseo con gran colorido, llevaba cornetas de goma ¡piii! ¡piii! en ambos lados del manubrio, con cintas multicolores colocadas en una antena alta y con pequeños “cocuyes”, luminosas  de todos los colores y calcomanías variadas, colocadas en las horquillas y ruedas. Una bandera tricolor flameaba en el lateral derecho, al lado del timbre metálico. Los frenos delanteros y traseros se activaban sobre las gomas al oprimirlos con las manos. Esta bicicleta “Raley” importada era de color negra natural, llevaba una cesta de carga menor en la parte delantera y un asiento trasero para pasajeros. No tenía calapies, detrás del asiento de cuero llevaba colgado el bolso portallaves para reparaciones menores. Los rayos cromados estaban adornados con cintas fosforescentes enrolladas. La bicicleta presentaba un stop en la rueda trasera.  Aquel personaje pintoresco se colocaba un sujetador de pantalón para que este no se ensuciara con la cadena a pesar que tenía un protector.  
De la bicicleta colgaba un cartelito que decía: “Se amenizan fiestas. Con la orquesta Picot y el cantante Agujita”.  El “Negro Guapachoso”, como le llamaban cariñosamente, era un hombre afable y jovial. Su equipo de trabajo eran una consola musical,  dos platos de tocadiscos, las cornetas, micrófonos de mano y pedestal y un centenar de discos entre long play y sencillos. Normalmente lo contrataban como sonido fijo ¡tarara..tarara!en la Plaza para alguna festividad y en cuanto evento social ocurriese. Comenzaba las fiestas diciendo: “Buenas Noches apreciables invitados, es un honor para mi amenizar esta fiesta, me acompañan la Orquesta Picot y su cantante Agujita, les damos la bienvenida y los invitamos a mover el esqueleto. A bailar señores, comienza la fiesta”. Comenzaba los sets normalmente con pasodobles y continuaba con guarachas, boleros, chachacha, mambo y toda música de actualidad para la época. Prácticamente las parejas no cesaban de bailar, esta orquesta no tenía descanso y su repertorio era variado. De repente, “El Negro Guapachoso” tomaba el micrófono y decía:” Para complacer a la querida amiga Doña Flor le pondremos el bolero “Sentimiento” que suena en las emisora de radio y lo tenemos en calientico porque nos acaba de salir del horno”.
La rumba continuaba hasta altas horas de la madrugada, la pista normalmente era la sala de la casa, las parejas chocaban unas con otras, los expertos bailarines daban sus pasos con moderación y las parejas de enamorados se notaban por la cercanía y las conversaciones en susurro.
Cuando los anfitriones notaban que la bebida estaba agotada y habían algunos invitados con algunos tragos de más, ordenaban picar la torta y “El Negro Guapachoso” que no se bebía ningún trago, anunciaba el último set de la noche, ya habían menos parejas en la pista, los enamorados se acercaban al Negro y le pedían otra mas, los borrachitos campaneaban el vaso de cartón con solo hielo. Cuando sonaba el Alma Llanera la fiesta anunciaba el final, los besitos de despedida y la salida era inminente. Alguno que otro se negaba a levantarse de la silla, pero la Orquesta Picot y el cantante Agujita recogían sus peroles, y se quedaban hasta al mediodía en espera que los vinieran a buscar y prepararse para otro evento social.  
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