martes, 16 de diciembre de 2014

LA ZAFRA


A las tres y media de la madrugada despertaron a Raulito, por primera vez su Papa había accedido llevarlo a una jornada de corte de caña de azúcar. La curiosidad hizo que su Padre lo complaciera. A esa hora ya la vianda de comida estaba preparada, contenían arepas rellenas con carne desmechada guisada y otras con mantequilla y queso rallado, envueltas en papel. Dos termos grandes contenían café negro y otro con leche caliente. Un envase de vidrio grande estaba lleno de agua fresca. Adormitado zzz…zzz aborde el camión y recogimos a cinco peones que nos esperaban en la casa de Tomas, el de mayor edad era el jefe de corte. Cada uno de ellos llevaba un machete y un garabato con una mochila con provisiones. El corte de Caña se efectuaría en la Parcela del Señor Santiago, al llegar al sitio pasamos hasta la zona de corte. Allá esperaban otros cinco peones más. Se prendieron las lámparas de kerosén y comenzó la faena. Los adultos mascaban goma de chimo para ahuyentar las culebras. Raulito se sentó sobre la carrocería para observar el trabajo. Con el garabato doblaban el tallo de la caña, dándole un corte a nivel del suelo. El Padre le explicó que la caña de azúcar  es una gramínea, un pasto gigante parecido al maíz, en cuyo tallo se forma y acumula un jugo rico en sacarosa, que al ser extraído y cristalizado en los centrales azucareros forma el azúcar.  Poco a poco fueron deshojando el tallo y recogían el tallo de la caña de azúcar cortada de una manera perfecta, para luego cargarla al camión. El radio del camión trasmitía música criolla a esa hora mañanera. Los hombres no descansaban, al salir el sol, casi a las seis de la mañana se comenzó a cargar al camión, ya a las siete estaba arrancando para el central azucarero. A esa hora todos desayunaron, Raulito y su Padre lo habían hecho antes. Las bandadas de pajaritos volaban por toda la zona y se escuchaban los trinos mezclados. A lo lejos se escuchaban los gallos cantando. El Señor Santiago llegó  a esa hora para darle la guía a mi Padre para poder llevar el primer viaje al Central Azucarero.

En la carretera se observaban las huellas de la zafra de caña, por mas segura que estaba la carga siempre algunas caían y se orillaban secas los desperdicios. Al llegar al central había cola para entregar la carga, se pasaba por la romana, tuvimos que bajarnos del camión para tomar el peso exacto. La carga era descargada directamente sobre la correa transportadora para iniciar el proceso productivo. Salimos del sitio una vez pasado por el pesaje y por administración. Los peones continuaron su faena, a medida que el sol salía la labor se hacía mas pesada, el cansancio comenzaba a sentirse. Se acumulaba nuevamente la carga, se quemaban con cuidado las hojas alargadas. Como a las once de la mañana se estaba cargando el segundo viaje. A esa hora los peones terminaron su jornada, se iban caminando hasta la casa del Señor Santiago para tomar agua, una limonada o una naranjada preparada por su esposa. Raulito fue dejado en su casa, estaba super agotado, se baño y fue al comedor con su Madre. La experiencia había sido extraordinaria, contaba las anécdotas. No había desperdicio

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