Como
a las 11 de la mañana salieron rumbo a Ciudad Bolívar, Carlos Luís tenía unos
nueve años, su Tío Eduardo lo había invitado a acompañarlo hasta Ciudad Bolívar
al sur de Venezuela, lo mas difícil había sido conseguir el permiso de su Madre
que era una mujer de carácter fuerte, su Tío se encargo de ello. El viaje era
ida por vuelta pero duraría mas de 10 horas de carretera y solo dormirían una
noche fuera de casa. El camión Chevrolet era nuevo y estaba cargado hasta el
tope, llevaban una mudanza completa. En el asiento del camión iban ellos dos
más el ayudante, el negro Vicente, como era un niño le correspondió el centro y
había holgura por lo cómodo del mismo. Los primeros kilómetros eran territorio conocido
hasta más allá de San Juan de los Morros, tomaron la vía del llano y pasaron
por pueblos solo conocidos por Carlos Luís en el mapa de su país. De Parapara de Ortiz pasando por Dos Caminos
donde hubo una parada obligatoria para comer algo, se enrumbaron hacia Valle de
la Pascua ,
pequeños letreros viales orientaban la carretera, El Sombrero, Chaguaramas
hasta llegar a Valle de la
Pascua. Carlos Luís estaba disfrutando de un atardecer
llanero, el ganado bovino reposaba en la llanura, centenares de cabeza de
ganado a la derecha e izquierda de la carretera pasaban ante sus ojos, algunos
jinetes a caballo se observaban a lo lejos. El sol pegaba fuerte, el calor era
notable en la vía de Valle de la
Pascua , nos paramos en un lugar donde observe velas prendidas
y algunos vehículos parados, mi tío me contó que en el llano existen creencias,
una de ellas es que el alma de determinados personajes con poder y fuerza
espiritual para mediar ante Dios para traer paz y felicidad, el pueblo le
consagra cierta devoción, en este caso se trata del alma de Pica Pica que es
fiel compañera de los chóferes que pasan por estas vías, con cierto temor
observe desde el camión cuando mi Tío le prendió una velita y se volvió a
montar en el camión para seguir la ruta. Me siguió contando que existe el Anima
de Taguapire en Santa María de Ipire en honor a una señora llamada Pancha
Duarte, como la conversación no me gustaba no hice mas preguntas. Un aviso
indicaba, El Tigre–Pariaguan. Estaba cansado y me quedé dormido, como a las ocho
o nueve de la noche llegamos a Pariaguan, se estacionaron cerca de unas bombas
de gasolina. Comimos en un restaurante, el menú fue tres arroz a la cubana y
pasé a mi aposento, todo el asiento era para mí, mi tío y el negro Vicente
colgaron unas chinchorros debajo del camión. Me costo un poco dormirme pero lo
hice, la claridad de los avisos luminosos y el ruido de la rock ola me impedían
conciliar el sueño.
Como
a las cuatro y media de la mañana me despertaron y después de lavarnos la cara
y cepillarnos los dientes usando agua de un botellón de vino, emprendimos
nuestro viaje a hacia Ciudad Bolívar, pasamos
por la ciudad de El Tigre, un letrero señalaba que a la derecha quedaba
San José de Guanipa, mi Tío me comentó que lo llamaban “El Tigrito”, esta zona
era parte de la Mesa
de Guanipa, tierra de potencialidades para el desarrollo, de repente pude
observar a lo lejos unos llamas de candela en la sabana, eran los quemadores de
gas de los pozos petroleros ubicados en El Tigre vía La Soledad , cuando el sol
salió se observaban decenas de taladros
de extracción de petróleo, unos paralizados y otros activados. Nuestro país es
uno de los primeros productores de petróleo en el mundo, la exploración y
explotación se había localizado básicamente en la región zuliana y en la región
oriental del país. Muchos de los niños de aquella época pensaban en estudiar
ingeniería petrolera. Por nuestra mente pasaba la pregunta de ¿Cuánto tiempo
duraran las reservas petroleras? Ya se hablaba de la faja betuminosa del
Orinoco. La recta hacia Soledad era interminable, el sol nos pegaba de frente,
los sembradíos de maní y de merey se
destacaban en aquellas tierras semiáridas. Ya me lo habían comentado, era la
recta mas larga en carretera vial, mas de cien kilómetros tendríamos que
recorrer, a lo lejos en el horizonte, allá en
la
"línea" que aparentemente separa el cielo y la tierra, se veía como solo un rayo de luz que eclipsaba la vista. En la vía
observamos uno mas que otro parador donde siempre había un Bar, no había
ninguna estación de gasolina. Mi tío me decía,”No te preocupes, ya vamos a
llegar a Soledad y vas a conocer al río más grande que hayas visto, es el
soberbio Orinoco que separa Soledad de Ciudad Bolívar. Cuando menos me lo
imaginaba llegamos a Soledad, era como una bajada y al frente apareció el
turbulento río Orinoco. Soledad era un poblado con cierto movimiento mercantil,
una visible actividad pesquera y en el puerto ribereño custodiado por la
guardia nacional, nos conseguimos una pequeña cola de vehículos para tomar “la Chalana ” para navegar mas
de un kilómetro por este caudaloso río.
Primero suben los vehículos luego las
personas. Los camiones pequeños y otros vehículos fueron abordando aquella
pequeña embarcación que se bamboleaba de un lado a otro. Las cadenas aseguraban
la carga automotriz. El viaje sobre aquel amasijo de hierro duraría unos 30
minutos, estábamos un poco asustados, a
nadie le gusta naufragar y menos en un río donde no sabes donde vas a llegar o
te traga esa voluminosa masa de agua. Las chalanas eran impulsadas por pequeñas
embarcaciones con motores fuera de borda que impulsaron la Chalana como cien metros
rió arriba y luego, como tomando una curva se dirigieron hacia la otra orilla ayudados por la propia corriente
fluvial, pudimos apreciar muy cerca la famosa Piedra del Medio, El
Orinocometro, ya que marca el nivel del agua, según nos informaron los
conocedores. Los operadores nos decían que la profundidad era superior a los 20 metros , sus aguas eran
oscuras. Mas allá está la fosa de Angostura de más de mas de 150 metros de
profundidad. Veíamos uno más que otro pescador de zapoara, una especie lacustre
muy conocida por aquella historia según la cual el hombre que se coma la
cabeza, se quedará en esas tierras y se casará con una guayanesa. Nos acercamos
a puerto de chalanas en Ciudad Bolívar y atracamos ayudados por la corriente.
Si difícil fue subir los vehículos mas difícil fue bajarlos. Primero bajan las
personas luego los vehículos. Habíamos
llegado a Ciudad Bolívar nuestro lugar de destino. Esta ciudad patriótica,
recordada por el Discurso de Angostura del Libertador Simón Bolívar y por el
famoso Correo del Orinoco, el primer periódico de Venezuela. Las casas
coloniales con balcones nos llamaron la atención.
Nos dedicamos a buscar la dirección
donde iba la mudanza, era muy fácil en la avenida frente al aeropuerto, en un
lugar conocido como la laja. En el transito pudimos observar el Mirador donde
se aprecia, yo no puede verlo, un atardecer espectacular. Pasamos cerca de la Plaza Mayor , La Catedral , La Casa de los Gobernadores, La Casa de la Real Intendencia
y la Casa del
Congreso de Angostura. En efecto llegamos al sitio, unas piedras enormes
estaban cerca de la vivienda, nadie nos estaba esperando, como que habíamos
llegado primero que el dueño que tuvieron que llamarlo por teléfono. Aproveche
para llegarme a las Lajas, me monte en ellas, tenían una altura superior a los
diez metros. Una mas que otra avioneta salía del aeropuerto, erán “taritas” como
les decían a estos monomotores de hélice central. Ya a las once de la mañana
estábamos listos para el regreso.
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