CAMPOS DE BEISBOL
Aprendieron a jugar béisbol con
pelotas de cartón del envase de la leche, la apretaban fuertemente y esa era la
pelota, jugaban en la calle y dentro de la casa. También jugaban con chapita de
refrescos achatadas con una piedra, bateaban con un palo de escoba, normalmente
lo hacían en la calle. Las mejores partidas se jugaban con pelotas de goma
pequeña en los patios traseros de las casas, los arbustos eran las referencias
de las bases y casi que estaba prohibido botarla de jonrón o de faul porque la
pelota desaparecía para otra casa y el juego se paralizaba. Los bates eran las
manos apuñadas.
Como en las casas había problemas con
los vecinos, decidieron mudarse a la “pata del cerro”, al final de la calle.
Allí debajo de una Ceiba instalaron el plato y contra el cerro las bases, para
batear un Jonrón no había problemas, bien alto contra el cerro y que la pelota
no bajara rápido o que se perdiera en los matorrales. El terreno era semilunar.
No había receptor pero si lanzador. Aquellas partidas eran interminables.
El Monterey era un terreno de unos
cien metros de largo por el campo izquierdo donde estaba ubicada una casa de
familia y de unos setenta por el lado derecho, en ambos laterales se daba a la
calle. Allí jugaban con pelota de goma grande y con bate de palo, hechos a
mano, con la ayuda de un cuchillo. Todas las tardes y los sábados se jugaban
las caimaneras de muchachos entre ocho y catorce años con ligeras excepciones.
De repente se inventó un campeonato de dos equipos, uno, los amarillos, que
consiguieron las franelas y las gorras de una marca de pintura de pared y los
otros los azules identificados con una marca de refrescos. Los receptores no
usaban caretas ni nada, el árbitro se colocaba después del lanzador. Los mismos
jugadores compraban cal y pintaban las líneas del campo.
El potrero era otro terreno, era plano
y mas grande, alargado por el centro. No tenía árboles, solo un gallinero en un
costado pero no estorbaba. Se pudo hacerle una lomita y colocarle una cerca
protectora de alambre detrás del plato. Jugaban con pelota de pabilo enrollado
sobre un corcho y luego forraban con teipe negro o con adhesivo blanco. Los
bates eran igualmente de palo, se usaban los cabos de las palas o del pico que
eran amoldados. Se organizaron los equipos por sectores: Monterrey,
Monteoscuro, Pueblo Nuevo y el Matadero.
El cadillal era otro terreno que no
tenía fin, lo malo es que era enmontonado y había cadillos por todas partes,
tampoco era plano sino ensurcado, sembraban en ocasiones maíz. Para jugar había
que limpiar con machete. Para agarrar una rolata había que ser una
estrella. Para tomar un elevado había
que saltar entre los matorrales. En estas partidas predominaban los muchachos más
grandes. Las partidas eran callejeras.
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