Memorias Históricas Digitalizadas de Turmero No.160
LAS PUERTAS DE LA LIBERTAD
Ángel de asomaba a la puerta de la
calle y observaba como los “patas blancas”, llamaban así a los militares que
usaban unas polainas de ese color, característicos de la milicias que daban vuelta por las calles del
pueblo para reclutar a los jóvenes con edad para el servicio militar. El gobierno
opresor se caracterizaba por el gorilismo militar, a los niños no se les
permitía jugar en la calle ni salir solos. En las reuniones familiares estaba
prohibido hablar de política y los padres decían en voz baja "shhhh" ¡¡cuidado que
las paredes oyen!!. En las fechas patrias era obligatorio asistir a los
desfiles cívico-militares y en las escuelas se daba instrucción militar para
aprender a marchar. Una banda musical, con instrumentos de percusión y con un batutero al frente, iniciaba las horas
interminables de preparación, a paso firme del tambor tan…tan…tantarntantan se
mantenía el cuerpo erguido y especial fuerza se le ponía al paso redoblado..
Ángel era un niño disciplinado, tenía unos 12 años y como todos
participaban en estos desfiles y en los actos culturales. El temor infundado
era obvio, su primo Pancho había sido detenido por la policía política que
perseguía a todos los que eran denunciados por los soplones o sapos. A Pancho le allanaron la casa y por haberle conseguido unas revistas que
contenían artículos de corte comunista, se lo habían llevado preso y lo acusaron de conspirador. La situación
estaba complicada ya que un vecino de la cuadra que pertenecía a la Guardia de Honor tenía mas
de un mes que no se le había visto, seguramente estaba cumpliendo orden de
acuertelamiento. El hermetismo era grande. Algo estaba pasando. La desestabilización política
era evidente, las alocuciones presidenciales con el alto mando militar y el
silencio en las calles hacia suponer eventos extraños. Días antes las emisoras
de radio fueron tomadas por grupos clandestinos, mucha gente estaba presa y los
susurros "bla...bla" entre vecinos era alarmante.
Como todos los
días se acostaron los niños a las 8 de la noche, Ángel dormía junto a
su hermano Nelsón, como a las 10 de la noche se escucharon los ruidos de
tanques de guerra que pasaban vía caracas y como a las 12 de la noche, se
escucharon los sonidos de los aviones rrrruuuuuuu…rrrrruuuuuuuummm que
atravesaban los cielos. A eso de las 2 de la mañana se escucharon cohetes pung…pang…y
una algarabía en la calle, la gente gritaba que ¡¡¡El
Tirano huyó!!! ¡¡¡Cayó la dictadura!!! y otras aseveraciones. En la esquina de la plaza se reunían los
pobladores. Algunos camiones cargados de personas iniciaron paseos musicales
lanzando cohetes al aire. Ese día no hubo clases, se había sucedido un golpe
militar, los muchachos salieron a curiosear, entendían poco de aquello, lo
cierto es que venían nuevas autoridades. A medio día aparecieron los militares
y tomaron el pueblo, desde el balcón del cine un oficial de grado de capitán
anunció que una junta de gobierno cívico-militar tenía las riendas del gobierno
y que poco a poco se nombrarían las nuevas autoridades. En la plaza del pueblo se reunían grupos de
personas comentando los sucesos en la capital. Las emisoras de radio no dejaban
de trasmitir las informaciones, una que llamaba la atención es que el dictador
había huido en la “Vaca sagrada” nombre dado
al avión cargado de dinero en donde habían salido del país. Se conoció
en el pueblo que el Jefe Civil se había
ido, de igual manera el jefe policial. Los militares tomaron control absoluto
de la situación y se decreto un toque de queda, había que recogerse a las 6 de
la tarde.
Desde aquella
misma mañana del golpe cívico-militar comenzaron a salir los presos políticos
de las cárceles del país, la gente fue a sacarlos al grito de ¡¡¡libertad…libertad!!!.
Cada uno regresaba a su hogar para reincorporarse a la lucha para instaurar el
sistema democrático. Nunca Ángel se imaginaba lo que sufría un preso en la cárcel hasta que oyó los relatos y
vio las huellas de las torturas de su primo Pancho que llegó a su casa a las 3 de
la tarde acompañado de sus hermanos. Había perdido unos diez kilos en apenas dos meses preso, lucia ligeramente cansado con algunos morados en la cara, a pesar de
la alegría del momento se observaba que su personalidad había cambiado. Entre
risas y lágrimas se sentaron todos los familiares en la sala y Pancho
saboreaba un jugo de lechosa preparado por su madre.
Contó los relatos más escalofriantes que se habían escuchado, todos se quedaron
impresionados cuando les dijo que a algunos detenidos les habían arrancado con
un alicate las uñas de las manos. Refirió Pancho que había hecho algunas amistades en su
pasantía por la cárcel. Estaba
muy agradecido porque en las conversaciones internas había aprendido mucho
sobre la situación política en general y sobre las inspiraciones ideológicas de
aquellos hombres. También el primo Pancho contaba como los paraban descalzos
sobre unos rines por espacios de tiempo largos. Muchos amigos del pueblo ya
habían llegado y le daban la bienvenida. Algunos de ellos eran
los dirigentes políticos de la clandestinidad y a Ángel le llamó la
atención como todos le rendían cierta pleitesía a su primo, no era para menos había sufrido los rigores de la dictadura..
A los 90 días estaban nombrando las autoridades
del pueblo. El primo Perucho fue electo por unanimidad como Presidente Municipal.
Los comentarios del pueblo eran muy positivos ya que era un hombre joven y muy
carismático. Ángel observaba que
su otro primo iba a los entierros, visitaba a los enfermos, nunca decía que no a
nadie, estaba presente en todos los eventos, practicaba la caridad con los mas
necesitados. Sus estudios en la
Escuela de Docencia Nacional le había dado la posibilidad de
ser un educador respetado. Ángel no perdía tiempo para acompañar a su primo adonde fuere, estuvo con él en la
elección de la reina de las festividades patronales, lo acompañó a los toros
coleados y se asombraba del cariño que
le profesaba la gente. En el antiguo prostíbulo a las afueras del pueblo también
celebraron, ahora lo llamaban “La
Orchila ” en clara alusión a las frivolidades del antiguo
dictador en dicha isla. El pueblo tenía grandes
expectativas, se había implementado un plan de emergencia para el empleo y las
obras públicas comenzaron a reactivar la economía local. Casi siempre se había
vivido en dictadura, había una tendencia al autoritarismo, por ello se abrían
nuevas ilusiones. Ángel vivió unos momentos inolvidables, la transición
de la dictadura a la democracia. ¡Que tiempos aquellos!
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