domingo, 7 de diciembre de 2014

LA CARRETERA NACIONAL


El Papá de Alejandro estaba muy preocupado, el gobierno le había declarado de utilidad pública la casa para poder construir la nueva carretera llamada la Panamericana. Les dieron seis meses para construir una casa en el terreno sobrante no expropiado, a duras penas pudieron levantar la nueva casa, a la fecha indicada. Los “payloder” tumbaron la casa vieja y a los tres meses estaban abriendo camino hasta un kilómetro mas adentro donde se empalmaría con la misma carretera. Las maquinarias comenzaron a llegar, Alejandrito observaba como construían los brocales, las aceras, empotraban las cloacas y sustituían las tuberías de agua. Las palas mecánicas abrieron paso para el asfaltado, desaparecieron todo tipo de árboles frutales y de todo tipo, eran las máquinas del progreso que abrían paso. Los muchachos disfrutaban de aquella obra, el asfalto en caliente era colocado con una maestría especial, la empresa constructora era de un italiano, los maquinistas venían de otras partes, alguno que otro obrero era de la localidad. .Alejandrito se montó en una Aplanadora con el permiso del capataz y del inspector. Al cabo de tres meses ya habían construido el tramo, incluyendo la colocación de los postes de electricidad y el drenaje que era clave según los topógrafos e ingenieros.
Venía el Presidente de la República, por primera vez pasaría por el pueblo, había una gran expectativa. El gobierno adornó todos los postes de la vía, le colocaron banderitas nacionales. La carretera negra estaba impecable, habían cuidado todos los detalles. Desde las primeras horas de la mañana los militares se ubicaron como a doscientos metros de distancia. El Papá de Alejandrito le comentó que este régimen se caracterizaba por grandes obras y eso justificaba un poco las restricciones de libertad. Todos estábamos pendiente, lo primero que vimos fueron unas motocicletas gigantes que abrían paso a la caravana de vehículos, el Papá de Alejandrito le dijo que esas eran unas motocicletas militares alemanas, unas de dos psajeros, aquellos hombres vestían de gala, pantalón azul apretado con franjas rojas y chaqueta manga larga con corbata, lucían un casco y guantes blancos. Uno iba por el lado derecho y otro por la izquierda, el segundo vehículo era un jeep militar con hombres armados. Después fueron apareciendo los vehículos negros, en uno de ellos descapotado, venía el Presidente. Era un carro “Citroën” de marca alemana, según el Papá de Alejandrito, se caracterizaba por los guardarruedas que sobresalían. El Presidente iba acompañado de otro militar, la banda tricolor se destacaba en su pecho, era un hombre gordito con lentes, saludaba con la mano derecha medio levantada. La gente lo vitoreaba. Luego pasaron muchos vehículos más que acompañaban al Presidente. Después vino la desolación y todo volvió a la normalidad.
Después que volvieron a casa, el Papá de Alejandrito le pasó el brazo por el hombro y le dijo muy calladito: “Mijo, no todo lo que brilla es oro, existen dos países, ese que vistes hoy acá y el otro que no ves, está en la cárceles, hay muchos presos políticos porque no están de acuerdo con la dictadura, son los que aspiran un régimen de libertades, lo que se llama democracia”. Alejandrito, levantó la cabeza y pensativo se quedó mirando a su Papá.

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