El abuelo de Isidro tenía una parcela
agrícola que estaba sembrada de hortalizas, verduras, frutas, cereales, caña de
azúcar y maíz. A Isidro le encantaba visitar a sus abuelos porque se encontraba
con la naturaleza y podía participar en las labores del campo. En la mañana lo
despertaba el canto del gallo kikiriki , en el gallinero se encontraban las
gallinas clo…clo y los pollitos pio…pio…pio. Las gallinas ponían sus huevos y
estos eran recogidos por la abuela para el alimento diario. A isidro le gustaba
darles de comer a las gallinas y ver como en las tardes se montaban a los
árboles para dormir. No faltaban nunca los cochinos que ocupaban un espacio
cerrado donde se les suministraba el sobrado de las comidas para su
alimentación, lo malo era el desagüe del corralito por la fetidez que emanaba.
Por otro lado estaba el palomar, más de veinte palomas adornaban el patio
delantero de la casa de campo. El Abuelo se distraía en las tardes lanzándoles
el maíz a las palomas. Dos o tres vacas ocupaban un espacio limitado para una
producción de leche para consumo familiar. La casa tenía las puertas y ventanas
protegidas para evitar la entrada de moscas y zancudos. A las orillas de las acequias bordeaban la
parcela donde se encontraban las siembras de plátano y cambur, también los
aguacates. La parcela se divide por siembras de cítricos, verduras, cereales,
maíz y caña de azúcar. La parcela limita por el fondo con el río de donde
proviene el agua de riego. Un camino atraviesa la parcela desde la entrada
hasta el fondo. Existen matas de mango
hilacha y bocado, donde Isidro solía jugar, una mata de tamarindo, dos de
toronjas y dos de mandarinas. Una mata de higos y otra de ciruelas, entre
otras.
El Abuelo pasaba horas arando la
tierra con su yunta de buey que enyugaba dos animales los cuales estaban unidos
por una pieza de madero labrada llamado yugo, por los tarros y un cojín frontal con mecates que
sostienen las argollas o guías. El arado era de metal. Isidro lo acompañaba
caminando junto a El por toda la zona de trabajo. Isidro se iba caminando hasta
los naranjales y los limonares. Su abuelo llevaba un sombrero grande de paya y
a Isidro se le colocaba uno pequeño. Después de un buen tiempo Isidro, cansado
de caminar uffff se iba a descansar a la casa, ayudaba a su Abuela en alguna
actividad como darles de comer a las gallinas y los cochinos. Mientras su
abuela se disponía a elaborar el almuerzo, se tomaba una naranjada, leía una
historieta y esperaba el regreso de su Abuelo. El Abuelo era incansable en
horas de la mañana, después de llegar y dejar a los bueyes en su corral, llamó
a Isidro para revisar los cultivos de
caraotas y de tomate, pasaron por los frutales, luego fueron a revisar el
cultivo de caña de azúcar y los maizales. De regreso recogieron unos mangos y
regresaron a la casa. El almuerzo de aquel día era un hervido de gallina, la
abuela colocaba las verduras y las presas de separadas del caldo, el postre fue
un dulce de lechosa. Por la tarde, después de la siesta fueron a revisar una
cerca que protegía los linderos, el Abuelo llevaba algunos materiales para las
reparaciones. Ya de noche el Abuelo y la Abuela aprovechaban para desgranar el maíz,
recibir algunas visitas e irse a dormir bien temprano. Es era un día de labor
en el campo.
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