EL JUEGO ¿PODRE?
Vino
Gerardo a decirnos que había estado con “La Catira ” y unas amiguitas
jugando el juego ¿Podré?. Nos preguntamos los demás niños ¿Qué es eso? Y
Gerardo emocionado exclamó, “Si ustedes supieran”. Se los diré rapidito porque
el turno le toca ahora a algunos de Ustedes. “La Catira ” era una linda
muchacha, delgada, de ojos azulados, muy femenina, bien arregladita siempre,
esbelta y con una cabellera amarilla
larga, recogida en cola de caballo, que
le llegaba a la parte baja de la espalda. Además de bella era simpática, todos
los muchachos estaban enamorados de Ella. Su voz, su mirada, su sonrisa, todo
era atractivo. “La Catira ”
tenía unos doce años. Nos habíamos criado todos en la misma cuadra, las niñas
estudiaban en la escuela de monjas y los varones en la escuela federal. Cuando
Gerardo nos dijo que había estado con “La Catira ” y sus amigas, todos sentimos envidia.
Gerardo tenía catorce años, era el más serio del grupo, peinaba su cabello
negro de medio lado, siempre andaba aseadito, zapatos lustrados, pantalón caqui
y franela blanca. Gerardo nos comentó que además de “La Catira ” estaban Sofía,
Alejandra y Matilde. Imagínense ustedes enfatizó Gerardo, viendo a los ojos a
sus amiguitos Danny, Víctor, Pepe y Dario, a quienes la boca se les hacia agua.
La curiosidad no aguantaba más y Pepe
habló: Mira Gerardo, no te adornes tanto, no te hagas el presumido, echa
pa´fuera y no nos tortures más!
Las
niñas jugaban ¿Podré? en la sala de la casa y me invitaron a participar, las
ventanas estaban semicerradas, me dieron las indicaciones previas y Su Majestad
que era “La Catira ”
me dijo: - Gerardo de ahora en adelante tu eres nuestro súbdito y miro de reojo
a sus tres amiguitas. Yo respondí: -Su majestad ordena, yo oigo y obedezco. - Arrodíllese
súbdito, dijo con voz firme “La
Catira ”. A lo cual respondí: -¿Podré? . Ella contestó: -Sí,
puede Usted. -Ya estoy arrodillado a sus pies, Majestad, y ahora ¿qué hago? -Ponga
la frente en el piso. - ¿Podré? - Sí, puede Usted. -Ya tengo la frente sobre el
piso, Majestad, y ahora ¿qué hago? -Levántese. - ¿Podré? - Sí, puede Usted. -Ya
estoy parado, Majestad, y ahora ¿qué hago? -Déle una vuelta a la cuadra y
regrese, no debe hablar ni saludar a nadie. -¿Podré? -Sí, puede Usted. Gerardo
dio la vuelta y regreso medio cansado. Se arrodilló frente a Su Majestad, Ella
dijo: - Levántate, la recompensa será que puedes darle un beso en la boca a
quien tu quieras de nosotras. Me dirigí a donde estaba sentada “La Catira ” en un sofá color rojo y le dije: - Permiso
su Majestad para darle un beso. -Lo tiene mi súbdito. Y estampe mis labios
sobre los de Ella. Todos quedaron atónitos, ¿No puede ser, le diste un beso en
la boca a “La Catira ”.?
-Sí, respondió Gerardo. Y les dijo a lo amigos, el próximo que tiene que ir a
jugar con las muchachas ¿Podré? debe decirme un número del uno al diez, el
número era el siete y lo acertó Pepé, quien se paró del suelo donde estaba
sentado, y salió corriendo muy emocionado a la casa donde estaban las niñas.
Pepe
tocó la puerta y “La Catira ”
fue a recibirlo y entró con Ella a la
Sala , las pulsaciones del corazón se aceleraron. Se sentó en
la butaca y puso mucha atención a las reglas del juego. “La Catira ” le dijo: - Pepe, de
ahora en adelante tu eres nuestro súbdito, ¿De acuerdo?. Pepe respondió - Su
majestad ordena, yo oigo y obedezco. - Arrodíllese el súbdito, dijo con voz
firme “La Catira ”.
A lo cual respondió Pepe, -¿Podré? . La Reina le contestó: - Sí, puede Usted. - Ya estoy
arrodillado a sus pies, Majestad, y ahora ¿qué hago? - Ponga la frente sobre el
piso. - ¿Podré? - Sí, puede Usted. - Ya tengo la frente en el piso, Majestad, y
ahora ¿qué hago? -Levántese. - ¿Podré? - Sí, puede Usted. - Ya estoy parado,
Majestad, y ahora ¿qué hago? - Vaya donde sus amiguitos, dígale cual es su
deseo mas grande y regrese. - ¿Podré? - Sí, puede Usted. Pepe salió corriendo,
conversó con sus amiguitos y les dijo: “ Mi deseo más grande es darle un beso
en la boca a Sofia”, de quien estaba enamorado desde que tenía uso de la
razón. Pepe regresó y dijo: - Ya estoy arrodillado a sus pies, Majestad, y
ahora ¿qué hago? - Levántate y dale un beso en la boca a quien tú quieras de
nosotras. - ¿Podré? - Pueda Usted. El pueda Usted Vale para levantarse, nada
más, dijo Su Majestad; había que pedir permiso para dar el beso, recalcó. Por
eso le pondré una Penitencia. Pepe se quedó frío, no lo podría creer. Casi se
puso a llorar. - La penitencia es que debe quedarse de rodillas inmóvil como si estuvieras besando una boca imaginaria
de alguna de nosotras. No puede ser, esto no me debe estar pasando a mí,
pensaba Pepe. De repente sintió que sobre sus labios se posaron otros labios.
Era Sofia que le dijo: - Mi súbdito, estas perdonado, puedes irte donde tus
amigos. Pepe no lo podía creer, jajaja…jajaja riendo salió corriendo para
echarle el cuento a sus amigos.
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