domingo, 28 de diciembre de 2014



EL JONRON 

Era un día especial, además de los actos religiosos, el evento más importante de la mañana era el juego de beisbol, desde las ocho de la mañana comenzaron a llegar los fanáticos, el equipo visitante que venía de la capital estacionó su autobús en la parte afuera del estadio, eran los campeones. La mesa estaba preparada, los kioscos de bebidas y comidas estaban listos, los parlantes y la caseta de trasmisión estaban en prueba, la entrada era libre, una pancarta le daba la bienvenida a los asistentes, el encargado del mantenimiento  pintaba de cal las rayas de  las líneas laterales, los jugadores comenzaron a cambiarse para el calentamiento inicial, los cohetes comenzaron a sonar y poco a poco el bullicio se hizo presente junto a las madrinas de los equipos y las personalidades e invitados especiales.
Eran unos jóvenes casi todos, la edad promedio no pasaba de 24 años, solo dos jugadores tenían experiencia, dentro de los jugadores se destacaban “El curro” un espigado pítcher que lanzaba la pelota a 90 millas y  “el  Kambo” un cácher de poder. La mesa estaba servida, llego el Presidente Municipal, lanzó la primera bola y se dio inicio al juego esperado. Los fanáticos rebozaban la tribuna y se colocaron detrás de la línea de left y del right fielder. En zurdo Camargo lanzaba por los capitalinos. Gabo era un muchacho de 16 años que chocaba la bola con poder. Fue alineado de sexto bate. En el segundo inning le correspondió batear y falló con un roling por segunda base. El partido estaba cero a cero en el cuarto capítulo, la algarabía era enorme, las cornetas sonaban al máximo, el público se contagiaba con las jugadas y  las cervecitas comenzaban a animar más el ambiente. El locutor estaba ubicado detrás de la malla protectora (bakstop) y las ventas de cepillados (raspaos), maltas  y refrescos completaban el menú.
Con las bases llenas le correspondió tomar turno a Gabo, ya tenía más confianza, estaba en la cuenta de dos bolas y un strike, sabía que podía venir con una recta adentro y le dio con todo las fuerzas, la bola se desapareció del estadio fue un jonrón apoteósico, el público deliraba mientras Gabo recorría las bases. Cuando llegó al home lo esperaban los compañeros.
Según dicen los entendidos, para aquel momento, había sido uno de los jonrones más largos en ese estadio, la emoción le embargaba. Fue uno de aquellos momentos inolvidables en la carrera como pelotero. Ganó el equipo local  7 por 4  y después de un relevo magistral de Ferdinand nos abrazamos al completar el out 27.

Durante mucho tiempo se recordó ese jonrón, ha sido imborrable aquella hazaña.


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LECCIONES PARA MONAGUILLOS - N.G.RODRIGUEZ

Memorias históricas digitalizadas de Turmero No. 162

LECCIONES PARA MONAGUILLOS


La primera lección:
Nelson, mi amigo monaguillo, me presento al Simeón, el sacristán mayor, este me dio la bienvenida y lo primero que hizo fue entregarme una cartilla que contenía la Santa Misa en latín.  Tenía que aprendérmelo de memoria sin tener ningún conocimiento, apenas tenía 11 años. Me explicaron los pasos de una misa y me dijo, lo mejor es aprender ayudando misa de una vez. Simeón ayudó a vestir al Padre Pedro, Nelson preparó el vino  y las hostias. Simeón se sentó a la derecha del altar, solo tenía que hacer lo mismo que Nelson, me entregaron una campañita dorada y después de vestirnos con una cota blanca y sotana roja salimos de la sacristía al altar. Al entrar repicamos la campanita ¡tilín, tilín!; ¡tintín, tintín! y me ubique en el extremo izquierdo del altar.
Simeón y Nelson eran los monaguillos de confianza, la experiencia valía mucho. Observe como Simeón contestaba en perfecto latín.  El Padre Pedro  comenzó diciendo: In nomine Patris et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.  Siguió el Padre y me llamaron la atención algunas frases como estas: Dominus vobiscum. Et cum spiritu tuo.  Al final  de la misa tomamos la comunión y compartimos con el Padre en la sacristía.
Segunda lección:
Llegué temprano el domingo, eran las seis de la mañana, había que aprender a tocar las campanas en el Campanario. Las escaleras eran inclinadas y llegamos a lo mas alto.  Había campanas grandes y pequeñas, había un mecanismo para tocarlas automáticamente. Simeón me explico cómo tomar las cuerdas y dio un repique, había que  tocar dos campanas a la vez  ¡tan, tan, tarantantan!Para los toques fúnebres se utilizaba una campana grande. La hora la daba el reloj de manera automática.
Lo difícil no era subir las escaleras, sino bajarlas. Si pelabas un escalón caerías por una ventana a mas de 50 metros de altura ¡cata,plum!. Si sufrías de claustrofobia no podías subir
La tercera lección:
Dentro del protocolo estaba el ayudar a vestir al sacerdote. Lo primero que había que hacer era conocer los elementos como la estola, casulla, cordón y otros. Igual se preparaba el cáliz y el velo, el vino y el agua en unos envases llamados vinajeras, el copón con las hostias, el incienso, los libros, la patena o platillo y otros elementos. Poco a poco iría acostumbrándome. No podían faltar las bandejas para recolectar las limosnas u ofrendas. Así fue mi comienzo.

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ANECDOTAS DE MONAGUILLOS
Comiéndose las hostias.
Una mañana conseguí a Nelson comiéndose las hostias y me dijo que tenía hambre, que eso era normal. Me quede serio y le dije que al Padre Pedro no puede gustarle eso y comencé a aconsejarlo. Nelson me dio unas partículas de hostia y casi me obligó a comerlas, le dije que eso era sagrado que no jugara con eso. Nelson se reía a carcajadas jajaja y continúo echando bromas. Al rato me confeso que cuando fue a buscar las hostias donde las monjas del colegio donde eran preparadas, estas eran los sobrantes de las hostias, o sea, las que estaban partidas. Esas eran las hostias que Nelson degustaba a primera hora de la mañana. 
Meterle miedo en la Sacristía.
Un día llegue a la sacristía y Nelson me dijo que había un fantasma en el salón contiguo donde se guardaban los pertrechos viejos, allí estaban mesones, cajones, escaparates, bancos y reclinatorios, sillas, escritorios, candelabros, atriles y hasta cargadores de santos, incluso habían un ataúd donde en una ocasión reposaba el santo sepulcro. Me dijo que sentía ruido y nos acercamos, al abrir el portón, observe que una capa blanca se deslizaba de derecha a izquierda zuaaaas y se escondió en uno de aquellos cachivaches, el susto fue tan grande que retrocedí en carrerita del miedo. Nelson me decía que era un cobarde que para él era normal aquello. Yo estaba pálido y frio del tiro. En ese momento llegó Simeón el Sacristán mayor y al comentarle, este le dijo a Nelson que se dejara de eso, que le dijera a Pirulo que viniera y que no me asustaran mas.
Enamorar a las alumnas del Colegio.
Nelson quien era mi supervisor inmediato se las sabía todas. El domingo asistían las alumnas del colegio de monjas a misa. Las niñas se sentaban en los primeros bancos y se le veía a cada una. Nelson sonreía con una y con otra.  Cuando fueron a comulgar observe que Nelson les colocaba el platón debajo de la barbilla para darles un toque y así llamarles la atención y hacerlas sonreir levemente. Luego, aprendí la lección y hacia lo mismo.

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sábado, 27 de diciembre de 2014

LA MENTIRA, Cuentos para mayorcitos - N.G.Rodriguez

LA MENTIRA
Las tareas escolares eran prácticamente obligatorias, se hacían en casa y ameritaban la ayuda de los representantes y la investigación en libros. Rafaelito sabia de su compromiso diario, pero la afición al juego lo distraía, su Madre por mas que estaba pendiente en ocasiones no los podía controlar. Aquel día sucedió, Rafaelito y los demás niños entre 9 y doce años de edad, se encontraron en el terreno contiguo a la casa ubicada en la calle del Prócer del pueblo. Eran las cuatro de la tarde. Se jugaba con pelota de goma, el bate era la mano cerrada, el guante la mano abierta, las bases eran las dos paredes laterales de aquel espacio de 12 metros de frente por sesenta de fondo. La partida era de cuatro contra cuatro, el pitcher. El primera base, el de segunda y un fildeador que jugaba atrás, cuando sobraban muchachos se colocaban dos al fondo. Era difícil embasarse por lo cerrado del campo. Una de las reglas decía que si la pelota chocaba contra la pared del fondo, continuaba en juego, no había jonrones. Los muchachos pasaban unas tres horas jugando. Las Madres se acercaban llamándolos y era en vano.
Después del juego venía el baño y ponerse cómodo para ver televisión, si los Padres preguntaban por la tarea, la respuesta de Rafaelito estaba ensayada,” La Maestra no puso tareas”. Ya en la cama dispuesto a dormir y un poco cansado, Rafaelito comenzaba a maquinar como hacia en el día de mañana para ir al colegio sin la tarea hecha. La mejor coartada era amanecer con un dolor de estomago y  quedarse en casa. En efecto, a las seis de la mañana le informó a su Mamá que estaba indispuesto, Ella no le creyó, Madre al fin le dio un guarapito de anís y le dijo que reposara. Como a las nueve de la mañana, Rafaelito comenzó a hacer la tarea, para sorpresa de El escucho que la aldaba del portón era tocada, era el Policía Escolar que venía a preguntar porque Rafaelito no había ido al colegio. Su Mama le informo que había amanecido con dolor de estomago y el Policía respondió, la Maestra Ana le manda a decir que le envié el cuaderno de las tareas para evaluarlo, Cuando Rafaelito fue informado no tenía como ocultar su error. La Mama insistió que le diera el cuaderno de tareas y Rafaelito palideció. Prácticamente había sido agarrado infraganti. También solicito que lo llevaran a un chequeo médico de inmediato porque había un virus en la Escuela que se llamaba “Tareitis”. El cuaderno fue enviado con el Policía Escolar. Quedó en pasar al mediodía para buscar el reposo médico. La Mamá de Rafaelito lo vistió para llevarlo al Dispensario de Salud, al llegar a la consulta la enfermera lo pase a la sala de atención, lo acostaron en la camilla y comenzaron a revisarlo, temperatura normal y pulsaciones bien. El Médico de guardia se acerco para revisarlo, le preguntó a la Madre cuales eran los síntomas, esta le explicó e hizo revisión en el abdomen, era extraño no tenía gases ni ruidos de ningún tipo. Revisó para eliminar otra dolencia, levantó las piernas y hundió sus manos en toda la zona y nada. El médico dijo que le paciente no tenía nada, que podían llevárselo sin receta médica.
A las 12 en punto llegó el Policía Escolar a buscar el reposo, sin sorpresas, era el quinto niño que se había enfermado sin estarlo. Le dijo a la Madre que debería asistir al día siguiente con la tarea anterior hecha, mas dos tareas que estaban anotadas en el cuaderno que le estaba devolviendo. Además de ello deberá llevar por una semana las flores que adornan el salón y para el sábado a las 8 de mañana deberá estar en la escuela para trabajo comunitario que consistirá en reparar los pupitres en mal estado. Entendido, dijo el Policía Escolar!!! Si, Señor Policía, dijo la Madre muy apenada. Rafaelito estaba apenado, le juró a su Mamá que no lo volvería a hacer.

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EL NIÑO AMIGO

EL NIÑO AMIGO
Leoncio era un niño vecino y amigo, le gustaba jugar con nosotros pero no le gustaba perder en nada y no le gustaba tampoco que se fueran de su casa, cuando ello ocurría, que era casi siempre,  se ponía bravo y les amenazaba con echarle los perros, GRRRR GRRRR, quienes tenían que salir corriendo por el garaje. Los padres  de Leoncio lo castigaban, pero volvía a su proceder. Leoncio tenía bicicletas, patinetas, caballos y hasta un flover de aire de juguete. Hacía lo posible para compartir con sus amigos, pero se acostumbró a  mandar y esto no le gustaba a sus amigos. Cuando jugaba vaqueros tenía las mejores pistolas, pero en vez de bueno hacia de bandido. Cuando peleaba, recibía lo suyo, aunque le gustaba ser rudo. Cuando corría bicicleta, a pesar que la de él era de carrera, los demás se las ingeniaban para ganarle. Poco a poco fue aprendiendo de sus amigos y llego a compartir muchos momentos, aunque lloraba cuando perdía su bolsa de metras, los amigos le regresaban su perolita con algunas.
Estos niños tremendos se fueron en un tractor con remolque manejado por el Señor Juan José, peón de la finca. Iban rumbo a La Represa y La Cuchilla, Leoncio, Manuel, Franco, Hugo, Tomas y  Dario. Cuando llegaron a la parcela se sintieron dueños del mundo. Corrieron por todas partes, jugaron a los vaqueros, al escondido. Llevaban provisiones preparadas en la casa de Leoncio, arepas rellenas, conservas, jugo de naranjas y agua. El Señor Juan José les ensillo uno de los caballos mansos y pudieron dar paseos alrededor de la casa de campo. Aprovecharon para montarse en los árboles y comer mandarinas y mangos. Franco y Manuel se montaron en uno de los árboles más altos, llamado capa de ratón, Manuel llegó al copo y desde allí hacía mucha bulla, de repente se desprendió la rama y se vino abajo desde una altura de diez metros. La rama amortiguó el golpe y el susto fue tan grande que no hubo lugar para las risas. Jugaron con una Chiva. Se bañaron en un estanque de un metro de profundidad donde estaba ubicada la bomba de agua. Comieron y regresaron

Los niños estaban cansados, pero seguían jugando. Prefirieron venirse caminando detrás del tractor, así aprovechaban para lanzar piedras y correr. Saltaban los charcos y ya extenuados se montaron en el remolque. Habían tenido un día inolvidable. Leoncio había aprendido a compartir y a reconocer que la amistad se cultiva, que la amistad es reciprocidad.

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LA PLAZA DEL PUEBLO - RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ

Memorias Históricas Digitalizadas de Turmero No. 159

LA PLAZA DEL PUEBLO


Las vueltas
Era una costumbre pasear por la plaza del pueblo, las hermanas, una morena y una catira, le daban una veintena o más vueltas a aquella plaza al atardecer de cualquier día y más si era dominical. ¿Que buscaban? ¿Sería novio? No se sabe, habría que preguntárselos a ellas. De verdad que eran unas muchachas no mayores de dieciocho años, muy bonitas y siempre sonreían. Pocas veces hablaban con alguien, la conversación era entre ellas ¡bla...bla!. Muchas personas disfrutaban viéndolas "ojitos", no solo por sus encantos sino por curiosidad. La verdad es que la plaza era el único sitio de diversión. Las esquinas de la plaza eran la de la policía, la de la iglesia, la del mercado y la de la farmacia. La plaza tenía dos vueltas alrededor de ella, la mayor de unos trescientos metros y la interior de unos ciento cincuenta metros. La plaza tenía bancos pero en su interior, el piso era de cemento pulido y era muy peculiar los puestos de ventas de cotufas, de manís  y de los dulces criollos. Un raspadero se ubicaba siempre frente al mercado municipal. Las palomas le daban una gracia especial. La música del cine amenizaba al aire libre. No solo las hermanas paseaban también parejas de enamorados se sentaban en los bancos de concreto o una pareja de viejitos tomados de la mano recordaban los tiempos del ayer.
Las retretas
Los domingos en las tardes la banda musical del pueblo daba sus conciertos populares en el centro de la plaza, los músicos debidamente uniformados tocaban las piezas musicales de la época ¡lalalara la!, no faltaban los pasodobles, música de antaño y los merengues, siempre al final tocaban el “Alma Llanera”.  La gente se ubicaba alrededor de la banda musical, los niños se acercaban para ver de cerca los instrumentos musicales. Algunos de aquellos músicos se destacaban por sus propios arreglos musicales y era común saber que por generaciones habían participado de aquellas fiestas dominicales.
Las patinadas
Después de las misas de aguinaldo la plaza era el centro de diversión mas importante. Los patinadores ejecutaban con maestría su habilidad para correr, era muy famosa la cadena en fila india de decenas de patinadores que con las manos en la cintura del otro corrían por toda la plaza.  Los más chicos se ubicaban en el centro con sus padres para ir aprendiendo poco a poco. Grupos de jóvenes se encontraban para patinar en conjunto. Como el frió de madrugada era intenso, la gran mayoría usaba chaquetas o sueters manga larga. Algunos usaban guantes y gorros. No se cansaban de patinar y de jugar. A eso de las seis de la mañana, en la pista exterior se organizaban carreras entre los patinadores. A medida que eran mas grandes la velocidad era mayor y por lo tanto mas emocionante y peligroso. Los jóvenes y niños en general, soñaban todo el año con aquellas patinadas.
Las procesiones
En semana santa la plaza se llenaba de feligreses acompañando al santo de su preferencia. Con las velas encendidas centenares de personas daban durante toda la semana santa la vuelta a la plaza. En silencio solo se escuchaban los rezos del sacerdote ¡Dios te salve!. En cada esquina la banda musical interpretaba la música sacra ¡tan...tan...tan! Los cargadores de los santos, los organizadores y los asistentes miraban hacia los santos y le pedían los favores o pagaban las promesas. La Plaza de mi pueblo era un lugar de encuentro familiar.

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JUEGOS EN GRUPO


La gallina ciega
Este juego consiste en una serie de personas que se reúnen en forma de círculo y en medio se ubican dos jugadores, uno de ellos le cubre los ojos al otro con un pañuelo, trapo u otro material con el fin, que no pueda ver a sus compañeros ni donde se dirige, luego, el ayudante le da una serie de vueltas (alrededor de 5 ó 10) para que este pierda el sentido de orientación y por último lo suelta para que este busque y toque a sus compañeros. El que sea atrapado será el próximo en ser "la Gallina Ciega". Cuando estén jugando, para poder ayudar a la Gallina Ciega a conseguir sus presas, los jugadores normalmente le hablan o le dan pistas de donde se encuentran.
Las sillas
Se colocan las sillas en dos filas, una menos del total de participantes, juntando los respaldos, todos se sientan mientras suena la música, todos deben caminar a su alrededor, cuando la música cesa a la señal del que dirige, toman asiento. Quien se quede sin poder sentarse queda descalificado, es decir fuera del juego. Se elimina una silla y sigue la música hasta que queden dos participantes y una sola silla. El que se quede con la silla ganará.
La vieja Inés
Es muy parecido al Escondido, pero con más movimiento. Una de las muchachas del grupo es, la "Vieja Inés". Se aleja mientras las demás se esconden en un cuarto bien oscuro y que tenga bastante amplitud para ocultarse bien; puede ser debajo de las camas, o en cualquier otro lugar que lo permita.
Luego viene la Vieja Inés y entabla el diálogo siguiente, con alguna de las muchachas que se encuentran en perfecta oscuridad en el cuarto:
-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
- La Vieja Inés.
-¿Qué busca?
- Una rama e brusca.
-¿Pa 'quién?
- Pa 'ño Ventura.
-¿Qué tiene?
- La pata madura.
-¿De qué?
- De comer cambures maduros.
-¿Quién lo cura?
- El padre cura.
-¿Quién lo sana?
- Los gusanos,
- ¡Pase adelante y búsquela!.
Entonces la Vieja Inés entra en el cuarto y empieza a buscar la rama de brusca y a la primera muchacha que logre agarrar, ésa será ahora la Vieja Inés.
El juego puede volver a iniciarse, o bien se continúa en el cuarto con la nueva Vieja Inés, que era hasta ese instante rama de brusca.
Una señal de que el juego continúa será lo que las muchachas se dicen muy en voz baja y preferiblemente al oído: "Tú eres ahora la vieja Inés" o "Tú eres la rama de brusca".
Esto se juega preferentemente de noche, con las luces apagadas. Si es de día, tendrán el cuidado de cerrar muy bien las ventanas y tapar las hendiduras por donde pueda entrar la claridad. A veces la persecución se hace corriendo detrás de las muchachas (las ramas de brusca), en el mismo cuarto y no escondidas.

Que lo baile, que lo baile


Este un juego en el que pueden participar tanto niños como niñas. Los jugadores se sitúan en dos filas paralelas, mirándose de cara. El juego comienza con un voluntario (la madre -que se decía así en femenino, tanto si era niño como si era niña), que ocupa la parte central del pasillo, formado entre las dos filas. Todas comienzan a cantar la canción al unísono y a tocar palmas, mientras el/la jugador/a del centro baila de un lado para otro con los brazos en la cintura y marcando un ritmo acompasado con los pies, una danza sencilla:
La señorita María ha entrado en el baile,
que lo baile, que lo baile y que lo baile
y si no lo baila pagará una arepoa con queso,
que la pague, que la pague, que la pague.

La que baila saca a otra a pasear, para que la acompañe, y las dos cogidas del brazo danzan en medio de las filas, mientras se canta: 
Que salga usted que la quiero ver bailar,
saltar y brincar y dar vueltas al aire.
Con lo bien que baila la moza déjala sola,
sola en el baile

Cuando ha pasado un rato, se retira la primera madre y permanece la segunda, hasta que se cante otra coplilla.
La señorita Luisa como es tan ideal
lleva los perros a misa y los gatos a confesar,
su padre toca el bombo, su madre los platillos
y la señora Lucia nos baila el fandanguillo.

La que baila saca a otra a pasear, para que la acompañe, y las dos cogidas del brazo danzan en medio de las filas, mientras se canta:

Que salga usted que la quiero ver bailar,
saltar y brincar y dar vueltas al aire.
Con lo bien que baila la moza déjala sola,
sola en el baile.


Caballitos de palos
Estas son las primeras carreras que hicieron los niños, ellos se imaginaban que eran unos vaqueros del oeste o que tenían su propio caballito. Normalmente el palo, pudiera ser de escoba, medía mas de un metro, estos caballitos se montaban a pelo, obviamente no tenían sillas, el palo se colocaba entre las piernas y amarraban en unos de los extremos una cuerdita para agarrarlo y manejarlo a su antojo, Los niños inventaban sus pasos como si fueran caballos amaestrados. Lo que mas emocionaba eran las carreras, los de mayor edad tenían la ventaja., se ubicaban en la partida y a la voz de largada, debían darle la vuelta la patio de la casa, la distancia era como de ciento veinte metros, la manga tenía dos curvas, una alrededor del una mata de mango y otra, la curva final, en una mata de mamón, la recta final era como de veinte metros.

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jueves, 25 de diciembre de 2014

LLORANDO AL MUERTO - RECUERDOS DE LA INFANCIA - N.G.RODRIGUEZ

LLORANDO AL MUERTO

Estábamos en la escuela, el cura le avisó a Nelsón  el Sacristán, que había un entierro esa tarde, Nelsón me invitó, me dijo que me ganaría dos bolívares y eso era bastante, la entrada del cine y quedaba para chucherías, le dije que sí.
A las tres de la tarde nos conseguimos en la iglesia, fuimos a la sacristía y Nelsón, Pirulo y yo, nos íbamos a colocar la vestimenta, Nelsón abrió el escaparate y pude observar los distintos trajes y colores, me dio una sotana negra y un roquete blanco, por primera vez me la puse, me quedaba todo grande y estaba limpia. La vestimenta de Nelsón como Sacristán Principal era mas lujosa y nueva.  Luego buscamos los candelabros y la Cruz que llevaría Nelson. Los candelabros tenían velas, la cruz era larga. El Párroco  llamado El Padre Pedro tomó su Sotana y demás atuendos, incluyendo su libro.  Nos vinieron a buscar en un auto y nos fuimos a la casa donde se velaba al muerto.
Llegamos a la hora puntual, los allegados estaban fuera y dentro de la casa donde fue el velatorio, entramos y estaba nervioso, por primera vez participaba en un acto fúnebre, apenas entro el sacerdote, se escucharon los llantos ¡Bua, Bua! de los familiares con mayor fuerza, esto nos hacia pensar que estábamos en un momento crucial. Llegamos a la sala principal, nos colocamos frente al muerto y el Padre al otro lado del féretro, una de las nietas se lanzó llorando ¡Bua, Bua! sobre la urna, no aguante mucho, mis lágrimas brotaron ante el sollozo generalizado, me seque las lágrimas disimuladamente, se escuchaban hasta gritos ¡Ay,Ay! alusivos al momento. El Padre comenzó a rezar , el sacristán contestaba en latín, el silencio se apoderó del ambiente, el sacerdote leyó un párrafo de la biblia y la calma se hizo mayor cuando dijo: «Al paraíso te lleven los ángeles. A tu llegada te reciban los mártires y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén. El coro de los ángeles te reciba y, junto con Lázaro, pobre en esta vida, tengas un descanso eterno». «Descanse en paz. Amén».
Fuimos a pie hasta la Iglesia para el responso final, con las velas encendidas hicimos el recorrido, el trabajo no era fácil, estuvimos mas de dos horas en esto. Me había graduado de aprendiz de monaguillo. Al terminar la jornada recibí mis dos bolos y desde este evento comencé mi carrera de monaguillo. Fui citado para el día siguiente. Ahora tendría que ayudar en las misas.

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VIAJE DE MUDANZA

Como a las 11 de la mañana salieron rumbo a Ciudad Bolívar, Carlos Luís tenía unos nueve años, su Tío Eduardo lo había invitado a acompañarlo hasta Ciudad Bolívar al sur de Venezuela, lo mas difícil había sido conseguir el permiso de su Madre que era una mujer de carácter fuerte, su Tío se encargo de ello. El viaje era ida por vuelta pero duraría mas de 10 horas de carretera y solo dormirían una noche fuera de casa. El camión Chevrolet era nuevo y estaba cargado hasta el tope, llevaban una mudanza completa. En el asiento del camión iban ellos dos más el ayudante, el negro Vicente, como era un niño le correspondió el centro y había holgura por lo cómodo del mismo. Los primeros kilómetros eran territorio conocido hasta más allá de San Juan de los Morros, tomaron la vía del llano y pasaron por pueblos solo conocidos por Carlos Luís en el mapa de su país. De  Parapara de Ortiz pasando por Dos Caminos donde hubo una parada obligatoria para comer algo, se enrumbaron hacia Valle de la Pascua, pequeños letreros viales orientaban la carretera, El Sombrero, Chaguaramas hasta llegar a Valle de la Pascua. Carlos Luís estaba disfrutando de un atardecer llanero, el ganado bovino reposaba en la llanura, centenares de cabeza de ganado a la derecha e izquierda de la carretera pasaban ante sus ojos, algunos jinetes a caballo se observaban a lo lejos. El sol pegaba fuerte, el calor era notable en la vía de Valle de la Pascua, nos paramos en un lugar donde observe velas prendidas y algunos vehículos parados, mi tío me contó que en el llano existen creencias, una de ellas es que el alma de determinados personajes con poder y fuerza espiritual para mediar ante Dios para traer paz y felicidad, el pueblo le consagra cierta devoción, en este caso se trata del alma de Pica Pica que es fiel compañera de los chóferes que pasan por estas vías, con cierto temor observe desde el camión cuando mi Tío le prendió una velita y se volvió a montar en el camión para seguir la ruta. Me siguió contando que existe el Anima de Taguapire en Santa María de Ipire en honor a una señora llamada Pancha Duarte, como la conversación no me gustaba no hice mas preguntas. Un aviso indicaba, El Tigre–Pariaguan. Estaba cansado y me quedé dormido, como a las ocho o nueve de la noche llegamos a Pariaguan, se estacionaron cerca de unas bombas de gasolina. Comimos en un restaurante, el menú fue tres arroz a la cubana y pasé a mi aposento, todo el asiento era para mí, mi tío y el negro Vicente colgaron unas chinchorros debajo del camión. Me costo un poco dormirme pero lo hice, la claridad de los avisos luminosos y el ruido de la rock ola me impedían conciliar el sueño.
Como a las cuatro y media de la mañana me despertaron y después de lavarnos la cara y cepillarnos los dientes usando agua de un botellón de vino, emprendimos nuestro viaje a hacia Ciudad Bolívar, pasamos  por la ciudad de El Tigre, un letrero señalaba que a la derecha quedaba San José de Guanipa, mi Tío me comentó que lo llamaban “El Tigrito”, esta zona era parte de la Mesa de Guanipa, tierra de potencialidades para el desarrollo, de repente pude observar a lo lejos unos llamas de candela en la sabana, eran los quemadores de gas de los pozos petroleros ubicados en El Tigre vía La Soledad, cuando el sol salió se observaban decenas de  taladros de extracción de petróleo, unos paralizados y otros activados. Nuestro país es uno de los primeros productores de petróleo en el mundo, la exploración y explotación se había localizado básicamente en la región zuliana y en la región oriental del país. Muchos de los niños de aquella época pensaban en estudiar ingeniería petrolera. Por nuestra mente pasaba la pregunta de ¿Cuánto tiempo duraran las reservas petroleras? Ya se hablaba de la faja betuminosa del Orinoco. La recta hacia Soledad era interminable, el sol nos pegaba de frente, los sembradíos de maní  y de merey se destacaban en aquellas tierras semiáridas. Ya me lo habían comentado, era la recta mas larga en carretera vial, mas de cien kilómetros tendríamos que recorrer, a lo lejos en el horizonte, allá en  la "línea" que aparentemente separa el cielo y la tierra, se veía como solo un rayo de luz que eclipsaba la vista. En la vía observamos uno mas que otro parador donde siempre había un Bar, no había ninguna estación de gasolina. Mi tío me decía,”No te preocupes, ya vamos a llegar a Soledad y vas a conocer al río más grande que hayas visto, es el soberbio Orinoco que separa Soledad de Ciudad Bolívar. Cuando menos me lo imaginaba llegamos a Soledad, era como una bajada y al frente apareció el turbulento río Orinoco. Soledad era un poblado con cierto movimiento mercantil, una visible actividad pesquera y en el puerto ribereño custodiado por la guardia nacional, nos conseguimos una pequeña cola de vehículos para tomar “la Chalana” para navegar mas de un kilómetro por este caudaloso río.
Primero suben los vehículos luego las personas. Los camiones pequeños y otros vehículos fueron abordando aquella pequeña embarcación que se bamboleaba de un lado a otro. Las cadenas aseguraban la carga automotriz. El viaje sobre aquel amasijo de hierro duraría unos 30 minutos,  estábamos un poco asustados, a nadie le gusta naufragar y menos en un río donde no sabes donde vas a llegar o te traga esa voluminosa masa de agua. Las chalanas eran impulsadas por pequeñas embarcaciones con motores fuera de borda que impulsaron la Chalana como cien metros rió arriba y luego, como tomando una curva se dirigieron hacia  la otra orilla ayudados por la propia corriente fluvial, pudimos apreciar muy cerca la famosa Piedra del Medio, El Orinocometro, ya que marca el nivel del agua, según nos informaron los conocedores. Los operadores nos decían que la profundidad era superior a los 20 metros, sus aguas eran oscuras. Mas allá está la fosa de Angostura de más de mas de 150 metros de profundidad. Veíamos uno más que otro pescador de zapoara, una especie lacustre muy conocida por aquella historia según la cual el hombre que se coma la cabeza, se quedará en esas tierras y se casará con una guayanesa. Nos acercamos a puerto de chalanas en Ciudad Bolívar y atracamos ayudados por la corriente. Si difícil fue subir los vehículos mas difícil fue bajarlos. Primero bajan las personas luego los vehículos.  Habíamos llegado a Ciudad Bolívar nuestro lugar de destino. Esta ciudad patriótica, recordada por el Discurso de Angostura del Libertador Simón Bolívar y por el famoso Correo del Orinoco, el primer periódico de Venezuela. Las casas coloniales con balcones nos llamaron la atención.
Nos dedicamos a buscar la dirección donde iba la mudanza, era muy fácil en la avenida frente al aeropuerto, en un lugar conocido como la laja. En el transito pudimos observar el Mirador donde se aprecia, yo no puede verlo, un atardecer espectacular. Pasamos cerca de la Plaza Mayor, La Catedral, La Casa de los Gobernadores, La Casa de la Real Intendencia y la Casa del Congreso de Angostura. En efecto llegamos al sitio, unas piedras enormes estaban cerca de la vivienda, nadie nos estaba esperando, como que habíamos llegado primero que el dueño que tuvieron que llamarlo por teléfono. Aproveche para llegarme a las Lajas, me monte en ellas, tenían una altura superior a los diez metros. Una mas que otra avioneta salía del aeropuerto, erán “taritas” como les decían a estos monomotores de hélice central. Ya a las once de la mañana estábamos listos para el regreso.

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martes, 23 de diciembre de 2014

CACHIRULO


Los alumnos del sexto grado “B” estaban rebeldes, la Maestra oficial se había enfermado y tenían un suplente que no podía controlarlos, cuando este se disponía a escribir en el pizarrón, volaban los papelitos de un lado a otro del salón. Ya varias veces los había “cachado” y estaba ojo avizor. Esa mañana, Chourio el maestro suplente fue llamado a la Dirección y apenas salió del salón de clases comenzó la guachafita, era indudable que la agitación la llevaba el alumno de mayor edad, el que tenía un record de entradas a la dirección, quien era el más peleón de la clase, su apellido era Tovar y lo llamaban “Cachirulo” por su comportamiento incontrolable. “Cachirulo” se asomo por la puerta y vio al maestro bajar las escaleras e inmediatamente se montó en los pupitres, comenzó a saltar de un lado a otro y los demás seguían sus malos ejemplos. Sacó de su bulto una pelota de goma y el salón de clases se convirtió en un campo de béisbol. Las pelotitas de papel servían para jugar entre las niñas que también se habían alborotado. Mientras esto pasaba, “Cachirulo” había colocado a Ruperta, una gordita no menos tremenda, que usaba dos colitas de laterales en su cabellera, para que vigilara cuando subiera el maestro Chourio. “Cachirulo” se había quitado la camisa y la giraba sobre su cabeza, era el verdadero agitador callejero. Cuando Chourio regresó los encontró a todos sentaditos, claro las filas de pupitres estaban mal colocados. Algunos papelitos estaban en el suelo. En ese momento Chourio sacó un papelito del bolsillo del pantalón y comenzó a leer unos nombres: Tovar, Ramos, Garrido, Silva, Atencio, López, Rángel, Gallardo, Pérez y Bolívar, sírvanse pasar a la Dirección por órdenes del Profesor Campos, director de la Escuela. Todos se vieron las caras, cabizbajos se dirigieron a la Dirección en medio del silencio cómplice de sus compañeros. Tovar, al que llamaban “Cachirulo” fue el primero en bajar, llevaba el ceño fruncido como si fuera a una pelea callejera, los demás lo seguían. Indudablemente aquel muchacho era como la manzana podrida de un canasto. Llegaron a la Dirección y los esperaba el Profesor Campos.
El Profesor Campos les dijo, mientras llamamos al Maestro Chourio a la Dirección, debo comunicarles que comisioné al Maestro Machado, del sexto “A” para  que los observara por un espejo instalado en el salón contiguo, ustedes son un grupo de alumnos que representa a los demás. Nos preocupa la actuación del alumno Damián Tovar que consideramos el líder del salón, por ello he decidido que, previa participación a sus Representantes, van a cumplir un castigo comunitario en la Escuela, el castigo consiste en hacer ejercicios físicos y en efectuar otras tareas que les iremos señalando. Sus Padres van a ser notificados de inmediato, se citarán a las cuatro de la tarde, continuó diciendo el Profesor Campos, y después de la reunión se retirarán con ellos. ¿Alguna pregunta? Nadie dijo nada. A partir de hoy y durante un mes, se quedarán después de la salida a las cuatro de la tarde y el Profesor Castellanos ha sido encomendado por mi persona para aplicar las tareas respectivas. Pueden regresar a su salón. Los esperamos a las cuatro de la tarde en el patio principal.
A las cuatro de la tarde todos estaban en el patio central. El Maestro Castellanos les mostró una hilera de pupitres reparados que les faltaba la pintura, les entregó dos hojas de lija y una brocha a cada uno y les dijo, cada quien debe pintar cinco pupitres hoy mismo, les indicó donde estaban los potes de pintura y les dijo que procedieran. “Cachirulo” y sus compañeros, a pleno sol del atardecer procedían a cumplir su castigo, observaron a medida que caía la tarde a su Padres que los tenía reunido el Profesor Campos en un mesón ubicado en los pasillos laterales. A las seis de la tarde se terminó la primera jornada de castigo, estaban sudorosos y algo quemados por el sol. Ninguno había terminado de pintar los cinco pupitres, el Maestro Castellanos, les dijo que mañana continuarían. Se lavaron las manos y se fueron con sus Padres.

El Papá de “Cachirulo” lo reprimió y le dijo que porque hacia esas tremenduras, que si seguía así, tendría muchos problemas, inclusive la expulsión,  que esa situación repercutía en la vida familiar. Al día siguiente continuó el castigo ejemplar, después de diez días ya habían pintado unos cien pupitres. El castigo se había convertido en una satisfacción, entendieron que podrían ser útiles. Los brazos, las piernas, la cintura, la muñeca y otras partes del cuerpo estaban un poco adoloridas por los ejercicios. Su forma de ser cambió, “Cachirulo” le decía a sus amigos que ahora estaba consciente que debían cambiar. Los alumnos habían tenido un comportamiento más prudente, habían aprendido la lección, se daban cuenta que el relajo no tendría buenas consecuencias, que había que enseriar la vida, que podrían ser mejores estudiantes, que ellos podían ayudar a tener una mejor escuela.


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EL ZAPATERO REMENDÓN
Los actos culturales se realizaban en los días festivos, eran presentaciones en vivo de los talentos artísticos de la escuela. Se combinaban el teatro, con la música, la poesía, el folklore, danzas y otras expresiones más. Se efectuaban en el auditórium principal y había una participación masiva. Los preparativos previos de ensayos culturales se hacían en las tardes. Siempre algunos estudiantes eran habilidosos para servir de animadores y presentadores. Una treintena de estudiantes pertenecían al Coro, la mitad hombres y la otra mitad mujeres. En los actos folklóricos los grupos de danzas presentaban el “Pájaro Guarandol”, “La Burriquita”, “El Tamunangue” y tantos otros. En obras de teatro siempre existían los voluntarios, declamadores, cantantes, música criolla, de todo. El ballet, las interpretaciones de piano, de guitarra y cualquier instrumento musical, también se manifestaban. De igual forma los títeres, los magos y los acróbatas.
La maestra escogió a Tito y a Sonia para que interpretaran una pequeña obra titulada “El zapatero remendón”, la ensayaron durante varios días.  Llego el día del acto cultural, el número de Tito y Sonia era el numero siete. Después de la apertura del acto con las notas del himno nacional, se procedió a presentar cada número. Cuando tocó el turno, la voz gruesa de Alfredo narraba lo siguiente: “Había hace mucho tiempo…mucho tiempo, un zapatero muy viejecito…” En ese momento Tito entraba en escena en un pequeño taller, maquillado como un viejito, vestido con pantalón lleno de parches, franela blanca manga larga y boina tipo portugués, sus zapatos eran muy usados. Se sentó en una silla pequeña a trabajar los zapatos. Alfredo continuaba la narración: “Pobre viejecito, ya no podía hacer zapatos”. Se apareció entonces una Duendecita, era Sonia toda vestida de blanco, y le dijo: “Te prometo enseñarte una canción mágica que deberías cantar cuando trabajas y todo te saldrá bien”. La canción decía así (En ese momento el coro ubicado en un lateral de la sala cantaba): “Desenvolviendo…desenvolviendo, estira…estira y pan…pan. Zapatero a remendar los zapatos sin parar”. El viejito zapatero se quedo dormido mientras cantaba. Al día siguiente, llamaron a la puerta y era la Señora Robledo (Sonia vestida como una dama de sociedad) y dijo: “Señor Zapatero vengo a buscar unos zapatos que ordene hacer acá, son esos que están allá e indico donde estaban seis pares de zapatos nuevecitos. Canceló y se despidió. El viejito zapatero pensó: ¿Quién habrá hecho estos zapatos?. El viejito se escondió en el taller para enterarse que pasaba en la noche siguiente y observó a la Duendecita haciendo más zapatos. Al amanecer fue al pueblo y compró unos regalos. La Duendecito agradecida dijo: “Ya el Zapatero Remendón puede defenderse solo”  y se marcho para hacer bien a otra persona necesitada. El viejito zapatero siguió trabajando y cantaba: “Desenvolviendo…desenvolviendo, estira…estira y pan…pan. Zapatero a remendar los zapatos sin parar”, y siguió su vida normal. Los asistentes emocionados aplaudieron por mas de un minuto. Tito y Sonia salieron al escenario a agradecer, se dieron un beso de satisfacción y el público aplaudió mas fuerte. Salieron agarrados de las manos y se fueron al camerino. La Maestra los felicitó. Tito pensó en su Mamá quien no había podido asistir y salió corriendo para poder contárselo.

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LA COLEADA AL CINE


Jorge era el mayor de aquella pandilla de muchachos cuyas edades no pasaban de los doce años. El había dicho al grupo que Salvador y Carlos tenían una forma de colearse para entrar a la función del cine sin pagar. Se trataba de ingresar al Cine Royal por la casa ubicada detrás de la pantalla que estaba desocupada y cuya pared tenía un hueco por donde podrían pasar. El Cine Royal se especializaba en películas mexicanas, tenía tres tipos de localidades, el balcón ubicado en la parte de atrás y tenía un centenar de butacas, la preferencia estaba en la parte baja y tenía unas doscientas butacas y en la parte delantera se ubicaba la zona de bancos, que llamaban el gallinero. El aforo de esta zona era de trescientas personas.  Al fondo estaba la pantalla y detrás de la pantalla estaban ubicadas las casas. El cine Royal pasaba una sola función al día que comenzaba a las siete de la noche, aquel día había mucha gente, estaban pasando la última película de Pedro Infante, “El Inocente” donde actuaba de pareja con la bellísima Silvia Pinal. La hora recomendada por Jorge y Salvador para colearse era precisamente al momento de iniciarse la propaganda y los cortos. Allí estaban unos cinco muchachos más, el más pequeño se llamaba Vicentico y como cualquier inocente, como el nombre de la película, estaba allí sin permiso de sus Padres y menos para aquella aventura. Otro grupo de cuatro muchachos mas grandes estaba del lado izquierdo y pasarían brincando la pared, no había otra forma. El Señor “Lino”, el vigilante estaba ubicado en medio del cine, porque cuidaba otra situación, las personas que compraban para gallinero se pasaban en cualquier descuido para preferencia. Cuando apagaron las luces, zuassss, Jorge paso agachado y todos los demás lo siguieron, en menos de un dos por tres estaban ubicados en los bancos, en distintas filas. No obstante ello, el Señor “Lino” se percató del hecho de la pared y logró capturar a uno de los coleados, que lo acompaño hasta la salida.
 “En esta película en blanco y negro, la protagonista, después de pelearse con su novio en la noche de Año Nuevo, la millonaria y caprichosa Mané (Silvia Pinal) sale furiosa rumbo a Cuernavaca para encontrarse con sus padres. El auto se le descompone en la carretera y la joven tiene que pedir ayuda en el taller donde trabaja el mecánico "Cruci" (Pedro Infante). Tras comprobar que la avería es grave, "Cruci" ofrece llevar a Mané de vuelta a México. Al llegar a su casa, la joven invita al mecánico a celebrar el Año Nuevo sin imaginarse que la inocente velada terminará en un matrimonio forzado”. Durante setenta minutos se disfrutó de la película. Jorge y Salvador, unos muchachos muy listos y con mañas muy atrevidas, encendían sus cigarrillos mentolados. En medio de la película, hubo un apagón eléctrico y se paralizo la función por diez minutos, la falla era interna, se habían ido los fusibles. Para Vicentino la película era divertida pero no era para su edad, mas se divirtió con los cortos de la próxima función llamada “El Beisbolista Fenómeno” con  Adalberto Martínez, alias “Resortes”. Los muchachos habían llevado algunas provisiones de caramelos y chocolates. Al terminar la función, los muchachos salieron apuraditos por un lateral del callejón, eludiendo encontrarse con el vigilante y con el portero porque estos no habían ingresado legalmente.

Vicentico tuvo que decir la verdad al llegar a su casa, sus Padres lo estaban esperando en la puerta y fue sentado en el banquillo de los acusados. Pidió perdón a sus Padres y se arrepintió de tener malas juntas. Fue castigado con prohibición de jugar en las tardes con sus hermanos y amigos durante una semana. Tampoco podría salir después de las seis de la tarde. Su Padre quedó en buscar al Papá de Jorge para explicarle de sus andanzas. .

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lunes, 22 de diciembre de 2014


BOY SCOUT


Esta actividad que busca el desarrollo físico, espiritual y mental para los jóvenes se había difundido por todo el mundo. En mi pueblo un grupo de muchachos bajo la coordinación del Guía Pedro Marín se había instalado en un campamento privado que había sido cedido para realizar las prácticas. Los muchachos acudían invitados por otro para iniciarse en los boy scout. Aquel día acudió Manuel Alfredo, su Padre lo acompaño, era un niño de diez años, su emoción inicial se basaba en aprender algunas nociones de sobre vivencia. Fue recibido por sus amigos bajo la sombra de un cotoperiz, observó una carpa grande y varios instrumentos de campaña. A los pocos minutos, el guía Pedro Marín los invito a una charla informativa. Les dijo que ser Boy Scout significa una filosofía de vida donde se enseña el respeto por la naturaleza, la tolerancia, la igualdad, el compañerismo, la actividad física y la capacidad de superar adversidades y comodidades. Les explicó que los participantes se agrupan en secciones por edades. Los Castores de 5 a 7 años y Lobatos de 7 a 11 años, la Unidad Scout es de de 11 a 14 años. Los caminantes son los scout que tienen entre 14 y 17 años. Los compañeros cuando su edad esta comprendida entre 17 y 21 años. A partir de los 21 años, los scouters  utilizan el lema “Siempre listos para servir”. Manuel Alfredo escucho con atención los relatos, sobretodo cuando se refirieron a los uniformes, pantalón corto y camisa manga corta, ambas de tela caqui. Llevaban un pañuelo rojo anudado alrededor del cuello. Las insignias de tela las vendía el guía. Uno de los aspectos más importantes de la simbología scout es el saludo. El scout saluda con la mano derecha levantada, haciendo un determinado gesto que ya ha sido explicado. Normalmente, al darse un apretón de manos se utiliza la mano derecha pero al estar ocupada con el saludo scout, se utiliza la izquierda para ello. Al estrechar la mano izquierda, el dedo meñique se entrelaza con el otro scout. El significado de este gesto es doble: Usamos la mano izquierda, que es la más próxima al corazón, y entrelazamos el meñique como símbolo de hermandad y unión. Al final de la charla que duro más de una hora, el Guía les dijo: “Llévense esta planilla de ingreso, debe ser firmada por su Padre o Representante, allí aparece un listado de los implementos necesarios. El sábado a las ocho de la mañana abriremos el curso básico, quienes estén dispuestos, serán bienvenidos al Grupo Scout, hasta el sábado”.
Dentro de las herramientas había que comprar un cuchillo con asa y con su protector de cuero, un hacha o machete pequeño y una cantimplora metálica. Lo demás se compraría poco a poco. Los Boy Scout usan un morral de expedición y dentro llevan menajes para comida, linterna, cuerdas, cobijas y otros utensilios. Manuel Alfredo y sus amiguitos llegaron a la hora indicada, fueron colocados en círculo alrededor del Guía, este les enseñó su banderín de patrulla verde con el nombre de “Vencedores”, les tomaron juramento: "Prometo por mi honor, y con la ayuda de Dios, hacer cuanto de mí dependa para cumplir mis deberes para con Dios y la Patria, ayudar a mi prójimo en toda circunstancia y cumplir fielmente la Ley scout". Las primeras clases las dedicaron al curso de sobrevivencia en la montaña, les enseñaron los nudos de salvamento y prácticas de camuflaje. Al final del día estaban agotados, debían retirarse a sus casas. Manuel Alfredo estaba sentado en un tronco de árbol cerca del campamento, las botas de excursionista estaban llenas de tierra, se veía que la jornada fue fuerte. A las cuatro de la tarde llegó su Papa y juntos salieron, el le pasó el brazo por la espalda.  
Manuel Alfredo le contó a su Padre todo lo realizado, su Padre notó que su hijo había tenido un cambio radical, estaba mas sereno, mas alegre, muy entusiasmado. Los valores del compañerismo, de la disciplina y del respeto a la naturaleza eran rasgos de una nueva visión de la vida.

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LAS PALOMITAS


La familia Flores era una mezcla de oriental con llanera, los niños venían de vivir en el llano adentro, cerca de los ríos y en medio de la sabana. El Padre era un trabajador petrolero dedicado a la comercialización de la gasolina. Gregorio era el hermano mayor y tenía costumbres llaneras. Perseguía a los cotejos, jugaba con las gallinas, tenía dos perros y un buen día le pregunto a la pandilla que si querían comer palomitas. Los niños menores de diez años, se miraron la cara de asombro, ¿Cómo es eso de comer palomitas? Gregorio con fonda en mano, era un experto disparando piedras, pero también haciéndolas con horquetas de guayaba o cualquier otro de alta resistencia. Les explicó que había que conseguir tripas de vehículos o de bicicleta, conseguir un pedazo de cuero suave y guaral del fino. Ese mismo día tenían todo, Gregorio, corto las horquetas y las ligas delgadas, igualmente cortó con una tijera el cuerito y le abrió unos agujeros en los bordes, tomó el guaral y amarró con destreza, en minutos tenía hechas cuatro fondas y cada quien estaba entonces armado. Gregorio colocó unas botellas sobre unos pertrechos viejos a unos cuarenta metros de distancia, recogió una buena cantidad de piedras  y comenzó el entrenamiento. Al día siguiente salieron a cazar palomitas, Gregorio les explicó que lo que iban a hacer no debería hacerse. Les explicó que las palomitas eran las marrones. Se fueron a los matorrales y al cabo de una hora Gregorio había logrado derribar dos palomitas, los demás no tenían todavía la puntería para ello, sudorosos y llenos de cadillos regresaron a casa.
Gregorio les explicó como desplumar y preparar  a las palomitas, después de limpiarla por dentro, le dijo a la muchacha de servicio que las fritara. A los pocos minutos estábamos comiéndonos a las palomitas. Tenían buen sabor y eran como pasapalitos. La Mamá de Gregorio se apareció en la cocina y lo regaño, le dijo que no deberían atacar a estos animales indefensos, nos dijo a todos que no permitiría más aquello. Le recordó a Gregorio que a los animales hay que preservarlos y cuidarlos, las palomitas no son animales para comer, le reiteró enérgicamente la Mamá. Recuerden a San Francisco de Asís, vivía rodeado de aves y animales. No podemos colaborar con el exterminio de aves, muchas están en ese proceso de desaparición. Los demás observaban callados y se retiraron de la cocina. Iris, la muchacha de cocina le dijo a Gregorio, “Yo te lo advertí Gregorio, tu Mamá no estaba de acuerdo”. “No es la primera vez, allá en Espino te formaron un lío por lo mismo, no cuenten más conmigo”,. Después de aquella experiencia, buscaron que hacer, dialogaron un rato, optaron por cazar canarios y tomaron la trampajaula y se fueron a cazar canarios, también trataban de cazar cotejos rastreros. Era una edad donde buscaban aventuras en el monte, querían hacerse mas hombres. 

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VIAJE A LA LUNA


Durante muchos meses casi todo el mundo estuvo pendiente del lanzamiento de la nave espacial Apolo XI  a la luna, todos aquellos preparativos eran seguidos por los medios de comunicación, Daniel y Lorenzo eran dos hermanitos que influenciados por aquella fiebre soñaban con ser astronautas, recortaban todo lo que salía en la prensa, dibujaban los trajes y hasta la plataforma de lanzamiento, esa emoción era compartida por casi todos los niños del entorno. Por la televisión pasaban todos los intentos anteriores, pero lo atractivo de este viaje es que tres hombres conformaban la tripulación de aquel viaje hasta el satélite lunar. Se creo toda una expectativa alrededor del viaje, los señores de la Nasa explicaron al detalle todos los aspectos relacionados, no había nada que no se supiera. Llegado el día esperado, el cohete Saturno V  efectúo el lanzamiento desde la Base Espacial en La Florida en los Estados Unidos de Norteamérica. Los niños esperaron ese 16 de julio de 1969 con gran emoción, al ser impulsado muchas personas se persignaron y le desearon suerte. Daniel y Lorenzo quedaron impactados en la cuenta regresiva 9,8,7,…hasta llegar a cero cuando se encendieron los motores bummmmm y lentamente alzo vuelo hacia el destino fijado.  El cohete Saturno V tenía 5 motores de encendido en los primeros 2 minutos y medio, luego se encendieron 5 motores más por mas de 6 minutos y finalmente se enciende un motor por dos minutos mas, consumiéndose unos 1,5 metros cúbicos de combustible por segundo. Después de 11 minutos y 40 segundos el Apolo XI estaba en orbita. Después de cuatro días y seis horas de vuelo, se desprende el Apolo XI  mientras el módulo de comando se quedaba en orbita lunar, hay que aclarar que la nave se componía de tres Módulos, Módulo de Mando, Módulo de Servicio y Módulo Lunar. Se denominaba Modulo de Comando  al formado por los Módulos de Mando (llamado Columbia) y de Servicio. El Módulo Lunar se compone de dos Fases, la de Ascenso y la de Descenso. Solamente el Módulo Lunar, llamado Águila, se posó en la Luna, volviendo a despegar de la misma la Fase de Ascenso, quedándose en la Luna la Fase de Descenso. Cuando el primer astronauta salió del módulo lunar el corazón de Daniel y Lorenzo saltaba de emoción tum…tum…tum…al igual que saltaba el Astronauta. Aquella imagen era impresionante, por primera vez el hombre pisaba la luna. Lorenzo, ingenuamente fue al patio y comenzó a mirar a través del binocular, a ver que veía. Los comentarios generales es que todo se ejecutaba con precisión.

Después de estar unas cuantas horas en la Luna, emprendieron el regreso, si emocionante fue el alunizaje, los niños se preguntaban como sería el regreso, observaron como el módulo de ascenso tomaba vuelo para acoplarse al módulo que daba vueltas a mas de 100 kilómetros de distancia. La tecnología de punta había funcionado a la perfección, la sala de control vigilaba segundo a segundo este viaje histórico. Al encenderse el motor del Módulo de Servicio  salieron de la órbita lunar. Después de los contactos con el centro de control la capsula lunar aterrizó en el océano pacifico. El mundo entero estaba conmovido. El hombre había llegado a la luna.

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